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Para la paz y para la guerra

Columnistas elespectador.com
24 de junio de 2009 - 03:46 a. m.

Ante la caída de la ley de víctimas en el Congreso, por razones presupuestales según el Presidente de la República, y viendo el interés del mismo Gobierno en volver permanente el impuesto al patrimonio, también llamado impuesto de guerra, se me ocurre que una buena salida podría ser la de diseñar ese impuesto de tal manera que la mitad se destinara al gasto militar y el otro 50% a reparar a las víctimas del conflicto.

Además de resolverse la preocupación presupuestal del presidente Uribe, sería una buena manera de comenzar a reflexionar sobre el sentido o el sin sentido de nuestro conflicto armado.

 Andrés Plazas Torres. Bogotá.

El columnista exitoso

Quiero referirme a la columna del señor Julio César Londoño “El abecé del columnista exitoso”, publicada en El Espectador del sábado 20 de junio, a quien le diría respetuosa pero vehemente como lectora común y corriente, que ni él ni ningún columnista tienen por qué dar recetarios a nadie para que alguien pueda expresar una opinión o leerla. Ahora, si lo hace porque no comparte las posiciones y el estilo de sus colegas, expréselas en forma directa a cada uno de ellos, pero no venga con recetas; si lo hace por ironía es mejor que se la guarde.

El éxito de una columna radica en la capacidad para atraer el mayor número de lectores, quienes son los llamados a manifestar por qué prefieren a uno u otro comunista, y, lo más importante quizá, que una determinada columna de opinión incida en las decisiones de las personas o de las instituciones, y que contribuya a la formación de la conciencia crítica.

No hay algo más molesto que los recetarios en los distintos campos de la vida, como si se tratara de cuadricular las opiniones y las actuaciones; es muy diferente cuando se dan pautas de orientación. Mientras un sector de opinión puede seleccionar las columnas por la criticidad, la claridad, la precisión y la profundidad de los temas abordados; otro posiblemente las prefiera anecdóticas, con mucho humor negro o que aborden temas técnicos, específicos, especializados; y no faltará un tercer sector que busca lo meramente cómico o de farándula. Todos absolutamente respetables. En la variedad está el gusto y el placer.

Sería interesante preguntarles a los profesores y estudiantes de comunicación social y periodismo qué piensan sobre la columna “El abecé del columnista exitoso”, de Julio César Londoño; si en cada uno de sus párrafos encuentran elementos para la formación integral como personas y profesionales, si consideran que esa columna es una pieza digna de guardarse para el futuro quehacer periodístico en el campo de la opinión.

Me parece que escudarse en un escrito denominado “El abecé del columnista exitoso” resulta poco valiente para alguien que tiene la oportunidad de ser crítico desde un espacio tan privilegiado como El Espectador.

 Ana María Córdoba Barahona. Pasto.

Envíe sus cartas a lector@elespectador.com

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