¡Paren ya!

Columnista invitado EE
07 de junio de 2017 - 12:48 p. m.

Por María González*

 

¿Se impone el derecho a la movilidad sobre el derecho a la protesta? Es un interrogante digno de ser la pregunta del día en muchos informativos radiales o de televisión. Si aún no ha sido hecha es porque luce políticamente incorrecta, o por la obviedad de la respuesta. En efecto, tienen derecho a protestar, pero no a colapsar la ciudad… me parece oír a multitudes que pitan y pitan. ¿Por qué no protestan por Twitter? dice un sujeto proactivo and new age... No es culpa de ellos. O bueno, solo lo es parcialmente.

Aunque cueste creerlo, sobre todo después de ver el cubrimiento noticioso, el objetivo de la protesta pública no es hacer trancón; ni en el caso de los maestros enriquecerse a costa de nuestros impuestos; ni perjudicar a los niños y de paso a los más pobres o “desfavorecidos”. Esa es una mirada mezquina e inmediatista a todas luces, que no reconoce como trasfondo una larga historia de apatía o de incumplimientos gubernamentales, de subvaloración, de corrupción… Y no estoy pensando solo en los docentes sino también, en los bonaverenses y en los chocoanos. Ahora bien, la protesta social tiene unos costos políticos y sociales, y de eso se trata: de presionar… y es un derecho hacerlo. Es más. Es un derecho que la gente se ve obligada a ejercer cuando se agotan otras vías “más educadas”.  

El problema en Colombia es que no estamos acostumbrados a la protesta y a la lucha reivindicativa, las cuales son mal vistas, e interpretadas como signo de perturbación social, de desorden amenazante, de pérdida… sobre todo económica. Ciertamente nuestros noticieros de confianza se encargan de sobredimensionar las millonarias pérdidas que ocasionan los paros, y comparativamente es muy poco lo que dedican a las millonarias deudas de la nación con la gente de esos territorios, o del sector de turno. No es solo cuestión de discurso… aunque reconozco que estoy muy romántica. Póngale atención maestro: somos uno de los países con más baja inversión por estudiante en educación; la docencia es una profesión de quinta (Sí. Ya es una profesión…) y la educación pública se afirma de manera rampante que “no es rentable”, mientras que se financia la educación privada…Ahhh….  Además mi negro, en Buenaventura el 63,5% de la población urbana es pobre, y de la población rural lo es el 91% (CNMH, 2015). En Chocó… el panorama es aún más oscuro. ¿Hay o no motivos para protestar? ¿Hay o no motivos para exigir? ¿Hay o no motivos para presionar?

El hecho de que durante décadas las guerrillas se adjudicaran la defensa de los derechos ciudadanos, especialmente de los pobres, o que estratégicamente desde los sucesivos gobiernos (incluso pareciendo política de Estado) la protesta fuera representada como infiltrada por la insurgencia, significó su tratamiento como “problema de orden público” y dio casi al traste con la organización y la protesta ciudadana. Es un legado perverso de la guerra. La puso bajo sospecha. Ser sindicalista es un estigma. Es terrible. Ser de izquierda es peyorativo. Ser de la oposición es ser saboteador. En este país de razonamientos silogísticos infalibles funciona así, por ejemplo: la protesta social es subversiva. Los maestros protestan por todo. Luego los maestros son subversivos peligrosos. A lo que se añade: Bienvenido el ESMAD. El miedo a la protesta pública tiene incluso una expresión gráfica: “Eso no vaya mijita a marchar que es peligroso”, y su subvaloración tiene también otra expresión gráfica: mijitos, “el tal paro no existe”.

La protesta pública no le hace daño al país. El problema, si se quiere, es que no estemos todos en paro... el problema es que nos parezca tan normal la inequidad; tan normal la corrupción política; tan de avanzada la privatización de los servicios públicos como la educación; tan de malas ellos, y tan afortunados nosotros… ¡Como no son sus hijos! ripostan de un lado; ¡como no son sus padres!, replican los otros.

“Poder en movimiento” es no sólo el título de un gran libro, sino una elocuente representación de la valía de la protesta en las calles. La protesta social es una de las expresiones más bonitas del ejercicio ciudadano y democrático (hasta cuando la interrumpe o agrede el ESMAD).

La protesta es una forma de participación y de veeduría ciudadan. ¡Pare! Pare y lo piensa... Alerta que camina…

 

*Investigadora social

marianonimagonzalez@gmail.com

marianonimagonzalez.blogspot.com.co

 

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