Publicidad

Pasó el 13 de junio

Lorenzo Madrigal
17 de junio de 2012 - 11:00 p. m.

Pasaron los míticos idus, en este caso de junio, como si nada, como esas cosas que pasan. A un año de las que serían sus bodas de diamante (59 años), los sucesos del 13 de junio de 1953 yacen olvidados en el San Alejo de la historia.

La toma del poder por el general Gustavo Rojas Pinilla, destronando a Laureano Gómez, fue el inicio de la segunda dictadura del siglo pasado, si la primera fue la de Reyes. Duró curiosamente no más de un período constitucional de cuatro años, gracias al frente cívico que encabezaron Alberto Lleras y Guillermo León Valencia.

Gómez se había retirado del poder por razones médicas y Roberto Urdaneta lo remplazaba, aunque ese memorable día también yacía en el lecho con padecimientos gripales. El Palacio de la Carrera ardía esa tarde en ebullición política, pues había trascendido que el general, comandante de las Fuerzas Armadas, venía volando desde Melgar a tomarse el poder.

Laureano lo había sabido desde temprano y pasando por encima de las prescripciones médicas se había trasladado al palacio de Gobierno, donde habló con Urdaneta, al borde de la cama. Retomó el poder y posesionó gabinete: Jorge Leyva en la cartera de Guerra, desplazado Lucio Pabón.

Hecha esa gestión en la mañana, se retiró de la sede de Gobierno. No presionó la salida de Urdaneta, quien yacía enfermo, pero tampoco pensaba dejarse “amarrar” por los golpistas que ya taconeaban en las puertas del palacio. Los justificantes del golpe, que era inminente, crearon la figura del vacío de poder. Laureano presidente, pero no presente, estaba servido para el advenimiento del usurpador, como aquel nunca dejó de llamarlo, desde su honorable destierro.

* * *

Impresionante anécdota de la fecha fue la relacionada con la decisión misma de usurpar el mando supremo. No la tomó el general Rojas, sino un exministro de Gómez y fiel aliado suyo hasta ese funesto día de insolidaridades, Lucio Pabón Núñez. Se alargaba el tiempo y ante la indecisión del militar, Pabón les dijo a los presidentes Ospina y Urdaneta: “El general Rojas acaba de asumir el poder” y un tropel de asistentes bajó a felicitarlo.

Rojas vacilaba, lo que era muy propio suyo, y pretendió que Urdaneta asumiera en firme, amigo como había sido de los militares. Urdaneta no había querido destituirlo de la comandancia general, como Laureano, desde su retiro, se lo venía pidiendo, acusándolo de responsabilidad por la tortura infligida al ciudadano Felipe Echavarría, detenido por conspiración.

El golpe del 13 de junio, si bien ascendió a Rojas y lo llenó de gloria, marcó muy pronto su desprestigio. A Laureano le dio el renombre que dan la probidad y la entereza. A Benidorm fue más tarde a buscarlo Alberto Lleras para la reconstrucción nacional. 

 

Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.
Aceptar