Pastrana, el corazón del león

Si hay alguien que puede sacar pecho del éxito de Independiente Santa Fe es su presidente, César Pastrana. Sin duda, puede alardear de que bajo su mandato el equipo pasó de las crisis económica y deportiva a ser un club poderoso, rentable y protagonista de cuanto torneo dispute. Ganar anoche el título de la Copa Sudamericana fue la cereza del pastel que le faltaba al cuadro cardenal para certificar su grandeza, esa misma que había perdido por muchos años.

Su sufrida y sacrificada hinchada así se lo reconoce, al igual que los jugadores, que lo califican como un padre. Pastrana no sólo se preocupa porque sus futbolistas rindan en la cancha, también por el ser humano que hay detrás. El paternalismo que mostró en su momento por Wílder Medina es prueba de ello. Pero, claro, también es un hombre de carácter y lo demostró con el caso de indisciplina de Luis Quiñones, a quien luego de perdonarle algunas cosas, decidió apartarlo, tal vez en el momento en el que el equipo más lo necesitaba.

Y el mismo carácter ha mostrado en los últimos días al dar la cara y hablar con claridad y pruebas sobre las supuestas denuncias de un exdirectivo del equipo de corrupción en el interior de la institución. El tiempo dirá si él está en lo cierto, pero hoy nadie puede poner en tela de juicio su efectividad a la hora de volver una empresa grande.

La forma como motiva tanto a sus jugadores como a los empleados de la parte administrativa es sin duda una de las claves del éxito Pastrana y su Santa Fe.

Yo aquí, desde esta orilla, periodista primero e hincha de Millonarios, segundo, quiero felicitar a los jugadores, cuerpo técnico y a César por regresarle la gloria al fútbol en Bogotá, ausente por décadas, y por darle a Colombia un título internacional, en medio de estas aguas turbias por las que recorre la credibilidad del fútbol mundial. Puro corazón, eso son ustedes.