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Paz necesita entusiasmo

Luis I. Sandoval M.
04 de febrero de 2013 - 11:00 p. m.

La sociedad no está aún a la altura del reto de la paz.

Mucho se hace pero es insuficiente para asegurar la paz. Está contenida la potencialidad que ha mostrado la sociedad, civil y política, en otras coyunturas. La paz requiere entusiasmo, pasión, voluntad nacional que no se sienten hoy. Hay una especie de flojera nacional ante la paz.

Ésta de hoy no es la sociedad que se movilizó para derrotar la dictadura en el 57, ni la que sacudió los esquemas estrechos del Frente Nacional en los 60, ni la que convocó foros por los derechos humanos y resistió el modelo neoliberal durante un cuarto de siglo, ni la que se distanció de los diferentes actores armados con multitudinarias marchas, ni la que respaldó diálogos y acuerdos parciales de paz y consagró una importante carta de derechos en el 91, ni la que logró el mandato de 10 millones de votos por la paz política en el 97, ni la que ha propuesto y ensayado imaginativamente originales formas locales de gobierno.

Ésta no es la sociedad que ha soportado la violencia durante 100 años y el conflicto armado interno durante 50. Se calcula un millón de muertos. Actuales son el sindicalismo diezmado de los 60 hasta hoy, el exterminio de la Unión Patriótica en los 80, los centenares de desapariciones forzadas y de secuestrados, los centenares de mutilados por las minas antipersona, los millones de desplazados del campo, los 206 billones que costó el conflicto en la década pasada y los 225 que costaría en la que viene. Esta sociedad victimizada al extremo no puede quedarse indiferente o en tímidas acciones frente a la posibilidad de la paz.

Colombia necesita que hoy aparezca la sociedad que de víctima se convierte en sujeto político de una nueva realidad. Se necesita más sociedad para que llegue la paz. Ello significa que ciudadanos y ciudadanas ejerzan soberanía, mandaten al Estado y orienten el gobierno. Que el gobierno haga lo que determine la sociedad que actúa con un sentido de cambio real, con el nuevo sentido de la política, la democracia, la justicia, el desarrollo, el continente, las regiones, la naturaleza, los territorios, la tierra, las etnias, que ha construido en medio del conflicto incesante y multiforme.

El Presidente Santos acierta en muchas iniciativas pero se queda corto en casi todas. La insurgencia tiene razón en casi todo, pero parece no darse cuenta que no tiene fuerza para conseguirlo todo. La presencia, la fuerza, la iniciativa, los acuerdos de sociedad son necesarios. Los actores armados tienen mucho que ver con la terminación del conflicto, pero la paz duradera es imposible sin el despliegue político propio de la sociedad. El vacío del conflicto lo llena la política.

La sociedad tiene capacidad constituyente porque es creativa de situaciones políticas inéditas, inclusive fundacionales, la sociedad es espacio de alianzas y nuevos equilibrios políticos. No debe temer la confluencia para los cambios que requiere la paz como los referentes a la tenencia y uso de la tierra: nuevas alianzas de clases se requieren para que se modernice el campo colombiano y se civilice la política.

Iniciativa, movilización, articulación, propuestas de transición son responsabilidad de movimientos, gremios, asociaciones, iglesias, ongs, universidades y, sobre todo, partidos. Ampliar el ejercicio de la política con garantías efectivas para todos es la misión central de la sociedad. Oportunidades de encuentro, Foros Nacionales, Constituyentes Regionales, Congresos de Paz y Semanas por la Paz, son útiles para construir entendimientos, crear confianzas, generar entusiasmo, ganar voluntad nacional de paz. Sin pasión y movilización social no habrá paz.

lucho_sando@yahoo.es

 

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