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La paz es un proyecto de país

Luis I. Sandoval M.
15 de julio de 2014 - 05:03 a. m.

Por fin, al cabo de años de sueños, esfuerzos y luchas, que han costado tantas vidas, tenemos ahora la certeza de que llegó la hora de la paz, paz imperfecta pero perfectible, y que la hora de la paz es la hora de la sociedad y, por ende, de la política porque la política es el principio vital de la sociedad.

Estamos en un tiempo de transición, todo un período en el que Colombia pasa, evoluciona, transita de ser un país semidemocrático poblado de violencias a ser un país crecientemente democrático sin violencia.

La paz, que incluye pero va más allá del silenciamiento de los fusiles, es la realización de un proyecto ambicioso de país. El movimiento social de paz a través de movilización, deliberación, mandato y voto ha construido un proyecto de país, la paz es una propuesta de país. Ello implica una concepción alternativa de la vida, la economía, la política, la democracia, el trámite de conflictos, la vigencia de derechos, el ejercicio de soberanía.

Así queremos el país en paz: “Colombia es un país libre, democrático, participativo, pacífico y en pleno desarrollo, construido colectivamente, donde ciudadanos y ciudadanas respetamos y disfrutamos la vida, con equidad de género y equidad social, donde se tramitan los conflictos de manera creativa y democrática y donde la sociedad y el Estado se guían por principios de ética, pluralismo, tolerancia, justicia, solidaridad, vigencia de todos los derechos humanos y armonía con la naturaleza. Colombia es un país soberano, grande y digno, integrado al continente y al mundo” (Redepaz 1993; Mandato 1997; Asamblea 1998; Colombia Va, 2001; Congreso de Paz y País, 2002).

Los movimientos insurgentes que nacieron a mediados de los años 60 del siglo pasado, cuando campeaba la exclusión política, retornan ahora con sus banderas de justicia social y dignidad nacional a engrosar el torrente de civilismo radical democrático que recorre intermitente pero incontenible la geografía del país. Ciertamente la gente se está radicalizando, no en los medios pero sí en los objetivos de la lucha social y política. Se busca superar el conflicto armado pero al mismo tiempo profundizar la democracia. Ello supone la expansión de la política. El enfrentamiento se sustituye por más y mejor política, por política con garantías plenas para todos y todas.

Porque es la hora de la política es elemental plantear que se necesita fortalecer y ampliar el movimiento social y nacional por la paz porque sin él, sin ese sujeto múltiple y plural que canalice todas las resistencias, movimientos y partidos alternativos, iniciativas culturales y comunicativas desde abajo, desde las regiones y territorios, que ejerza direccionalidad incluyente y mediación estructural, confiriéndole a la unión capacidad de victoria, será imposible que al terminar el enfrentamiento se abra camino la paz estable y duradera.

Colombia puede perfeccionar su vida política democrática creando nuevas facilidades para la libre expresión, asociación, deliberación y movilización ciudadana. El ejercicio de la democracia política debe compatibilizarse con el proceso de democratización social. Además de participativa y deliberativa la democracia puede y debe ser también asociativa, esto es, fundada en un amplio tejido social. Más libertad y menos desigualdad: tal el camino de la paz estable y duradera.

Sin duda tenemos proyecto de país. Necesitamos ahora entendernos, articularnos, centrar todos los esfuerzos en construir los actores, el sujeto plural, el frente común por la paz, que tenga la fuerza política, moral y técnica para hacer realidad el proyecto desde la cotidianidad ciudadana, el gobierno y el poder. La hora de la paz es la hora de la política.


lucho_sando@yahoo.es / @luisisandoval 

 

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