Notas al vuelo

Pedazo de la torta

Gonzalo Silva Rivas
07 de marzo de 2017 - 09:00 p. m.

El enfrentamiento suscitado entre Parques Nacionales y MinComercio, ante la pretensión del Ministerio de promover el desarrollo turístico en algunas áreas protegidas, revive un viejo pulso liderado por los ambientalistas en torno a la preservación del patrimonio natural.

Aunque en esta oportunidad los temores parecen centrarse en un eventual conflicto de competencias entre la ministra María Claudia Lacouture y la directora Julia Miranda, lo cierto es que el país –en el inicio del posconflicto– tiene que definir en qué medida los parques naturales deben contemplarse como instrumento de desarrollo social y económico, en armonía con el ambiente y con mínima afectación de los ecosistemas y su biodiversidad.

Una actividad tan propensa a la búsqueda de la contemplación, la paz y la tranquilidad, como el turismo, es la llamada a jugar un papel importante para garantizar la conservación de estas áreas privilegiadas, carentes de recursos para su sostenimiento y asediadas desde múltiples frentes, con amenazas de ilegalidad minera, deforestación, narcotráfico, delincuencia común y subversión armada.

Un manejo turístico reglamentado, controlado y vigilado no solo permite su disfrute por parte de nacionales y extranjeros, sino que lo resguarda de la presencia de los demás depredadores, genera recursos económicos para contribuir a su protección, eleva los índices de desarrollo socioeconómico de las comunidades nativas y ayuda a mejorar sus precarias condiciones de vida. Los parques naturales pueden ser importante componente de armonización social para generar empleo e integrar a millares de familias campesinas, sometidas durante más de medio siglo a la falta de presencia estatal y a las ilicitudes de las Farc.

Permitir o dinamizar la explotación turística responsable en algunas reservas no tiene por qué ser un paso hacia su destrucción. El área utilizable para su servicio sería un mínimo porcentaje de su vasta extensión. Y la promoción de un turismo sostenible permite crear conciencia ambiental, proteger el medio ambiente y evitarle dolores de cabeza a la Dirección de Parques.

Aunque este exclusivo entorno natural debe ser una prioridad, no puede ser intocable y valdría la pena aprovecharlo para impulsar progreso en un país abrumado por crecientes necesidades. Con disposiciones adecuadas será una estratégica fuente de recursos para el beneficio social y el desarrollo sostenible, donde el turismo protagonice un rol especial, a través de un modelo regulado y una razonable definición económica de su costo-beneficio, sin desmedro de su integridad, de la misma manera como lo hacen otros países en el mundo, con positivos resultados.

Propuestas ordenadas de infraestructura dura, amigable con el medio ambiente y disponible para todas las clases sociales, pueden promoverse en zonas de amortiguación, alternando en su interior con soluciones de camping. Ante la ineficiencia y la corrupción que azota a la administración pública, las concesiones pintan como opción para preservar estos recursos, por cuanto comprometen la defensa de intereses mutuos para ejercer mayor y cuidadosa vigilancia. Hace décadas en isla Barú, la fuerte oposición del desaparecido Inderena abortó un proyecto organizado de construcción hotelera y hoy la hermosa península, asolada por la burocracia, terminó arruinada por las invasiones.

Resulta comprensible la posición de los ambientalistas en defensa del patrimonio natural, pero también lo es que esta riqueza no puede convertirse en eterna contribución a la humanidad, mientras las comunidades aledañas carecen de alternativas para mejorar su calidad de vida. En cuanto al conflicto de competencias, la Ley 1588 de 2012, impulsada por el viceministro de entonces y ahora embajador, Óscar Rueda García, estableció que MinComercio se encargaría de coordinar el ejercicio de actividades turísticas en las áreas naturales protegidas, sujeto a los planes ambientales del Ministerio del ramo.   

Posiblemente es hora de abrir y oxigenar los parques, dándoles vida y visibilidad de la mano del ecoturismo, para responsablemente sacarle frutos, o como diría la ministra, para tomar un gran pedazo de la torta que promete el nuevo escenario turístico del país.

gsilvarivas@gmail.com

@Gsilvar5

 

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