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¡Peligro! Granadas en el centro

Reinaldo Spitaletta
05 de agosto de 2014 - 03:00 a. m.

En el centro de Medellín estallan granadas IM26, se vacuna y extorsiona a los comerciantes, se roban motos, se asaltan transeúntes y se vive un ambiente de guerra entre bandas mafiosas y de narcotraficantes.

En el primer semestre de 2014 hubo setenta muertos en la principal zona de la ciudad y hay una disputa por el territorio entre las “convivir” y otras organizaciones delincuenciales.

Los comerciantes del centro pagan en vacunas más de cinco mil millones de pesos, según declaraciones de Fenalco, y las extorsiones se las están “peleando” entre la Oficina de Envigado (que para algunos ya no existe) y las denominadas “convivir”, que de misteriosa manera recuerdan los tiempos de gobernador de Antioquia de Álvaro Uribe Vélez.

El centro de Medellín, por donde cada día transitan más de un millón de personas, está, hoy, en manos de la delincuencia, en una situación que se ha vendido agravando en los últimos años. Lo que sucede en esa geografía, de edificios imponentes y abandono oficial, es un reflejo de lo que pasa en la ciudad, en la que los niveles de inequidad son estruendosos y en la cual muchos barrios están bajo el imperio de combos armados.

El centro, en viejos tiempos lugar de habitación de las élites empresariales, de la burguesía medellinense, está ahora trastocado en campo de batalla de intereses mafiosos y criminales. Se espera, para desgracia de la seguridad de tantas personas, que las granadas sigan estallando en Barrio Triste o en otros espacios.

Así lo ve, por ejemplo, Corpades, una entidad de investigación social, que advirtió la aparición de un nuevo grupo, el autodenominado Muerte a Convivir, Mac. Según el análisis, se trataría de una organización conformada por algunos comerciantes, cansados de ser extorsionados (la vacuna la subieron a más de doscientos mil pesos al mes) y de las “plazas de vicio”, que pululan en el centro de Medellín.

Al mismo tiempo, los jefes de las “convivir” de sectores como El Raudal, la avenida Oriental y Barrio Triste, que a su vez tienen presencia en barriadas de Medellín, adquirieron granadas en el mercado ilegal. “Si esto es así, la guerra está a punto de comenzar”, dijo Corpades en declaraciones al diario El Tiempo. En el centro, escenario de confrontaciones entre los capos de la delincuencia, se mueven la prostitución, el expendio y tráfico de estupefacientes, las “maquinitas”, los “pagadiarios” (un negocio ilegal que promovió el paramilitarismo en muchas partes del país), el contrabando y otras pestes. “Quien controle la comuna 10 (el centro), controla buena parte de la ciudad”, señaló Corpades.

El deterioro social, patrimonial, histórico y económico del centro de Medellín viene desde hace años, cuando, por ejemplo, las Empresas Públicas, la banca, los medios de comunicación que tenían allí su sede y otras instituciones se fueron de la zona. En una ciudad, que no ama la memoria ni los símbolos y huellas del pasado, donde para construir un edificio tremendo como el Coltejer (lo hubieran podido levantar en la acera del frente) derribaron una joya arquitectónica y patrimonial como el Teatro Junín y el Hotel Europa, en una ciudad así, digo, pueden pasar muchas cosas. Como las que ahora acontecen, para su desgracia y la de sus habitantes, en el corazón de la urbe.

La enfermedad del centro de Medellín se deriva, como dijo el director de Fenalco Antioquia, Sergio Ignacio Soto (El Colombiano, 3-08-2014), del nefasto legado de la cultura mafiosa y por la impunidad. “Por la impunidad, a la gente le da pavor denunciar a un extorsionista porque los amenazan de muerte”, señaló.

Además de las granadas, las balas, las vacunas y los atentados, se ha denunciado que organizaciones delictivas amenazan a propietarios para que vendan a menos precio casas y locales. Una lógica del lumpen que hoy maneja a placer el centro sería la de quedarse con edificaciones, lo que le permitiría ampliar el control.

Al Estado parece haberle quedado grande la solución de los graves problemas del centro de Medellín. Los “cuadrantes” de seguridad no le han funcionado a la alcaldía. Y la nueva propuesta de Santos, de mandar policías a estudiar a Managua, Nicaragua, donde los habitantes escogen a sus guardianes, parece más un chiste que una solución efectiva.

Mientras tanto, en medio de los desasosiegos, la gente aspira a no estar cerca de la próxima explosión de una granada. Que la virgen de La Candelaria nos proteja.

 

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