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“Perder es ganar un poco”

José Salgar
07 de noviembre de 2007 - 04:10 p. m.

Esa frase, usada en el fútbol para tratar de convertir las derrotas en triunfos, se aplica hoy en el reposo y la adaptación cívica que sigue a toda tempestad electoral.

Hay energúmenos que no han aprendido a perder y se dedican a lo peor, como es incendiar o saquear las registradurías con pliegos y votos que no los favorecieron. La inmensa mayoría, en cambio, hace lo de siempre: esperar con calma, aprovechar la experiencia para enmendar los errores y aceptar las realidades que más sirvan a sus expectativas personales y de bien común.

El mismo alcalde electo de Bogotá, que fue el mayor ganador en las elecciones, cambió de inmediato de táctica. Piensa mejor las respuestas a las preguntas estilo Mockus. Mientras sus más agresivos copartidarios siguen hablando duro, él se dedica a tender puentes y a repartir sonrisas. Con quien resultó ser su más agudo contradictor, el Presidente de la República, terminará en que deben estar de acuerdo la Nación y su Capital, que trabajan en la misma cuadra.

Con la derrota que no merecía Peñalosa, Bogotá perdió por difíciles circunstancias políticas la oportunidad de aprovechar al candidato con mayor compromiso para continuar su gran obra que ha transformado a la ciudad. En lo personal, él saldrá ganando en tranquilidad, sin las tensiones de gobernar a una de las capitales del mundo con más inusitado desarrollo y más problemas inmediatos por resolver.

Saldrán ganando los que sigan cercanos a la estatura de líder que tiene Peñalosa como administrador de bienes públicos y como experto en crecimiento de ciudades. Son muchos los lugares, cercanos o en países remotos, que asesoró Peñalosa después de su Alcaldía y que están disfrutando de experimentos como Transmilenio, los bolardos como forma práctica de defender el espacio público, o los programas de educación, salud y reducción de los cinturones de miseria.

Pasadas las explosiones de los resentidos y de los malos perdedores, se acerca para Bogotá una normalidad que le permita conservar y mejorar lo mucho que ha ganado en sus últimas administraciones. Nunca esta ciudad tuvo mayores recursos y ser más atractiva para los capitales extranjeros. En lo internacional, es claro que Bogotá ha elevado su prestigio como ciudad de gran cultura y buenos índices de seguridad, y cada vez está menos afectada por ser capital de un país con una tremenda guerra fratricida centralizada en sus lejanas selvas.

El mejor factor para el retorno a la calma y el disfrute de Bogotá es que con el Halloween han comenzado las fiestas de fin de año. Vienen las luces de la Navidad, el consumismo desaforado y los balances que ofrecen en todos los campos buenas perspectivas.

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COLETILLA.- Prepararnos a quemar alegremente el Año Viejo, en vez de quemar los votos en las registradurías.

josalgar@elespectador.com

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