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Petro: investigador, no administrador

Juan Pablo Ruiz Soto
05 de febrero de 2013 - 11:00 p. m.

Hoy es fácil decir que fue un error elegir a Petro como alcalde de Bogotá.

 Sin embargo, confieso que, si mi cédula hubiese estado inscrita en la ciudad de Bogotá, habría cometido el mismo error que cometió la mayoría votante de los bogotanos: habría votado por Petro para alcalde. La razón es muy sencilla: Petro nos había gustado como congresista, aquel que denunciaba con argumentos, que asumía posiciones críticas frente a la administración pública, que demostraba valentía al llevar al Congreso pruebas que vinculaban a personas peligrosas con actos delictivos, asumiendo los riesgos personales que ello significa. Nos gustaba el Petro inteligente y decidido que conocimos en el Congreso. El error craso fue suponer que sería un buen administrador. Hoy ha demostrado con creces que como administrador es errático.

La mayor evidencia de su ineptitud es suponer que administrar la región económica, social y políticamente más importante del país puede hacerse de manera individual y con alta dosis de improvisación. Las acciones de Petro han demostrado que no cree en el trabajo en equipo y que de hecho es incapaz de trabajar en armonía con sus colaboradores. La más sonada demostración de su incapacidad de trabajar en equipo fue la salida de Navarro de su gabinete. Muchos consideramos que nombrar a Navarro era un acierto y asumimos este nombramiento como buen indicador de su administración. Navarro había demostrado capacidad administrativa y honestidad en los cargos públicos que había ocupado. La gran sorpresa fue lo poco que duró en su cargo y cómo a su renuncia se sucedieron muchas otras, indicando que el problema era Petro. Hoy queda demostrada su incapacidad para trabajar en equipo. El tipo es un pensador solitario, que no tiene respeto por los aportes de otros. Los mejores y más experimentados de sus colaboradores han renunciado y, hoy, muchos que antes lo apoyaban no aceptarían ser parte de su gabinete. Petro cambia de ideas muy rápido y no respeta procesos de planificación y gestión organizada.

Tras las buenas ideas de Petro han seguido procesos caóticos de gestión. El más sonado de los ejemplos es el caso de las basuras. Todos estamos de acuerdo con la urgente necesidad de separar en la fuente y reciclar. También estamos de acuerdo con la importancia de dar a los recicladores una justa y organizada participación para aportar su fuerza de trabajo en el manejo de las basuras, con beneficio social. La puesta en marcha de su propuesta de Basura Cero fue un desastre y una clara demostración de su incapacidad administrativa.

Me quedo con el Petro investigador y fiscal político desde el Congreso y lo invito a que se inmortalice políticamente renunciando por autocrítica a la Alcaldía. La ciudad requiere de un buen administrador. Petro debe reconocer que la Alcaldía requiere capacidades que él no posee y que cuanto antes renuncie tanto mejor para él y para la ciudad. Si renunciara, votaría por él para el Congreso. La democracia lo valora en esa posición, mientras su gestión como alcalde cada día lo cuestiona más y está destruyendo su imagen pública.

 

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