Pinzón, Duque y Rosario

Lorenzo Madrigal
17 de julio de 2017 - 02:00 a. m.

Suenan más y más nombres para la sucesión presidencial, a menos de un año de tener presidente electo. Los unos comenzando a medrar, otros situándose en el lugar adecuado para que un golpe de suerte los catapulte al solio.

Sea lo que fuere, la experiencia de ver tantos presidenciables como han sonado a lo largo de los años, precandidaturas frustradas y aun generaciones sin acceso al poder por efecto de la reelección de los grandes lleva a pensar con apatía que, al final de la tarde, quedan los que han estado en línea sucesoral. El Gobierno, este Gobierno poco respetuoso del juego limpio electoral, acabará imponiendo a Humberto de la Calle y pienso que su opositor más reñido, acaso triunfador por alguna rara coalición, será Germán Vargas Lleras.

En las últimas semanas irrumpió el exembajador en Washington, don Juan Carlos Pinzón, de quien se pensó desistiría luego de su instantánea desautorización por el presidente Santos, pero, al parecer ofendido, persiste en su aspiración, que no debe ser sólo suya, sino de amigos, parientes y militares, no deliberantes, que le hablan al oído.

Dado a los medios, con aspecto juvenil y atuendo simple de camisa y jean, ya grueso de muslos y cintura, Pinzón es un militar. Sus primeras respuestas a La W fueron cortantes y troperas. En otras, volcado a la vida civil, se mostró hablador in extenso sobre todos los temas convencionales, sin programa específico. Persiste en sus reservas al proceso de paz, aunque afirma respetar lo convenido, no importa si mal pactado, por su antiguo jefe y mentor. Lo que es del gusto de los críticos del Gobierno, aunque su muy cercana vinculación al mismo no ofrece garantías para ser un opositor de temple; sin embargo, sus amigos militares, aunque no deliberantes, tienen familias numerosas, que sí lo son. Y votan.

En el sector uribista la figura de Iván Duque viene descollando desde hace días. De edad temprana y aspecto juvenil, más una firmeza moderada sin debilidades, puede llegar a ser “el que diga Uribe”, lo que le daría un gran acopio electoral. ¿ Capaz de superar trampas oficiales ? Lo dudo. Su nombre es aún desconocido. En esto lo aventaja Pinzón, en otro extremo del mapa electoral, reciente ministro de Defensa, a quien le brota por todos los poros la vena militar. Duque, en cambio y es punto a su favor, es un apacible ciudadano civil.

Últimamente doña María del Rosario Guerra, precandidata uribista, se lanza de una con vicepresidente, nadie menos que Álvaro Uribe. Sus colegas se han molestado. No esperó a ser escogida por su jefe, sino que lo lleva al anca, como en un caballo de Troya.

Y del tintero: Lo que diga Samper Ospina con humor, a veces acerbo, no puede ser respondido con un apelativo infame.

 

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