El Caminante

Poetas

Fernando Araújo Vélez
13 de agosto de 2017 - 01:15 a. m.

Hay poetas subversivos, que desglosan las palabras y prefieren ir por la vida por debajo de las versiones instituidas, de las instituciones, los códigos explícitos y las normas, y hay poetas que escriben sobre versiones heredadas que se autodenominan guardianes de las tradiciones y, según ellas, se consideran poseedores del bien y del mal, de lo bueno y de lo malo. Hay poetas vestidos de negro, que juegan a ser lúgubres y oscurecen sus palabras, y sonrientes poetas de sonrisa fácil, que se toman dos tragos y se cuelan en las fiestas para buscar por allí un oyente dispuesto a escucharlos. Hay poetas que mienten con sus verdades y poetas que dicen la verdad a través de sus mentiras. Hay poetas de nombre, poetas pagados por el sistema, poetas publicistas, poetas celadores de intereses ajenos, poetas mercenarios y honestos mercenarios que después de disparar escriben.

Hay avergonzados poetas de arrabal que escriben con un diccionario al lado, guiados por palabras que jamás habían oído, y aristocráticos poetas que escriben y escriben, no dicen nada y se presentan como enviados por una divinidad. Hay poetas que pagan por salir en una revista, poetas que amenazan a los críticos, poetas que mendigan una reseña y poetas que se inventan un pseudónimo para escribirse loas. Hay poetas de calle, de alcoba, de salón, de espejos, y poetas de alquiler, que escriben según lo mandado y lo pagado. Hay poetas de la última moda que escriben dictados, y poetas posvanguardistas que les suman palabras a las palabras. Hay poetas de cartón, de tablero, de tertulia, poetas de rima, poetas matemáticos, poetas psicodélicos, y plagiarios, en todo el sentido del término. Hay poetas terminales, poetas por un día, eternos poetas y poetas cuchillo.

Hay poetas que escriben en un papel sobre decencia y esas cosas, y en sus redes, con impecables palabras, destrozan a quien no les diga sí, sí, sí, y solo sí. Hay poetas efectistas, poetas para quienes las palabras vulgares son la vulgaridad, y poetas que desdeñan la vulgaridad porque les dijeron que era de buen gusto intelectual desdeñarla. Hay poetas con errores de ortografía, y perfectos poetas para perfectas reuniones. Hay poetas machistas, y poetas feministas que reproducen el machismo pero exigen que se elimine la palabra poetisa. Hay poetas que se burlan de la poesía, poetas de plástico, poetas enyesados y poetas de piedra que patean las piedras sólo por patear algo. Hay poetas de buhardilla, poetas de bohemia, poetas que al saludar dicen soy poeta, y poetas indefinidos, sin rótulos, poetas inmortales que con un par de versos me han cambiado la vida.

Fernando Araújo Vélez

Por Fernando Araújo Vélez

De su paso por los diarios “La Prensa” y “El Tiempo”, El Espectador, del cual fue editor de Cultura y de El Magazín, y las revistas “Cromos” y “Calle 22”, aprendió a observar y a comprender lo que significan las letras para una sociedad y a inventar una forma distinta de difundirlas.Faraujo@elespectador.com

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