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Política, Estado y gobernabilidad. (II)

Hernando Roa Suárez
12 de noviembre de 2008 - 02:05 a. m.

En la columna anterior, me ocupé de precisar los conceptos de política, Estado y gobernabilidad; formulé precisiones en torno a los enfoques liberal clásico y keinesiano para culminar con la situación nacional y sus vínculos con esas perspectivas.  Hoy me ocuparé de presentar 15 propuestas vinculadas a la comprensión teórico – práctico de la situación nacional en relación con la política como arte y ciencia; el Estado; y la gobernabilidad.

Invito al lector a realizar un ejercicio de correlación múltiple entre ellas, lo que facilitará acercarse a la comprensión de la complejidad del tema. Revisémoslas con conciencia crítica. Desarrolladas articuladamente en la práctica, nos permitirán divisar un escenario distinto al actual; es decir, que otro país es posible. Las lecturas propuestas facilitan la profundización del tema.

i. La problemática del Estado. ¿Por qué este tema? Porque es la más importante institución política. No olvidemos que según sea el concepto que tengamos del Estado, vamos a estar en presencia de proyectos neoliberales o socialdemócratas; individualistas o solidarios; partidarios del statu quo o de los procesos de cambio social. Es necesario, por tanto, un ente interventor que racionalice el interés público, que defina políticas públicas graduadas hacia la apertura de oportunidades de desarrollo humano sustentable, con perspectiva de género y participativo, desde los ámbitos locales y regionales. Al pensar en desarrollar la modernidad en Colombia, se presenta fundamental que el Estado ejerza su función mediadora y reguladora, permitiendo cristalizar la gobernabilidad democrática.

ii. El Estado y la gobernabilidad. Teniendo en cuenta las conceptualizaciones empleadas, obsérvese que la problemática del Estado y la gobernabilidad, es interdisciplinaria y compleja.  Conocedores de las múltiples relaciones existentes entre ellos, preguntémonos: ¿qué propuestas viables podemos presentar para desarrollar nuestro Estado y fortalecer su gobernabilidad futura? Veamos tres.

a). Crear una cultura de la paz, entendida como ausencia de violencia abierta y estructural. No olvidemos que, según el Departamento Nacional de Planeación “entre 1991 y 1996, la violencia urbana y el conflicto armado han ocasionado pérdidas estimadas en 12.5 billones de pesos de 1995, es decir, un 18.5% del PIB, que en promedio anual representa el 3.1% del PIB”. Entonces, organizar una nueva cultura para la paz, afianzará nuestra democracia y facilitará la gobernabilidad necesaria para el desarrollo de la Nación.

b). Tomar decisiones estratégicas que impulsen el surgimiento de nuevos liderazgos políticos y pensadores de reflexión profunda, dotados de prestigio intelectual, social y ético, que dirijan y orienten proyectos políticos que demanden institucionalizar la paz, la justicia social y el desarrollo sustentable de nuestra Nación. Me inclino a pensar que los líderes políticos (estadistas) con futuro en nuestro país, deben ser los emergidos de la intelligentzia de las universidades, comprometidos con la base popular, para que se produzcan los cambios y se creen los instrumentos de comunicación, que


tengan la capacidad de transformar la conciencia ingenua de la mayoría de nuestra población.

c). Dinamizar la capacidad tecnopolítica del Estado. Ésta debe ser actualizada para la adecuada formulación, implementación y evaluación de las políticas públicas. Dentro de un régimen presidencial como el colombiano, es indispensable el fortalecimiento del Departamento Administrativo de la Presidencia de la República.

iii. La Escuela de Alto Gobierno. Esta Institución, estratégica para el Estado colombiano, y adscrita a la Escuela Superior de Administración Pública (ESAP), debe ser fortalecida desarrollando su misión y su visión, según fueron concebidas al fundarse en 1997.

iv. El modelo económico. Según la práctica histórica de los últimos tres decenios, en América Latina los países que han optado por organizar sus estados conforme a las orientaciones neoliberales, los ricos se han hecho más ricos y los pobres más pobres. Los análisis contemporáneos de países como Brasil, Colombia y Chile, así nos lo prueban. Los informes oficiales de instituciones internacionales, como el BID y el Banco Mundial, nos indican que en los países que siguen las orientaciones del modelo neoliberal se presentan altos niveles de concentración de la riqueza e insatisfacción de las necesidades fundamentales. De tal manera que se ha puesto en peligro la gobernabilidad, la estabilidad democrática y los procesos de paz. En diversos foros y eventos académicos nacionales e internacionales, desarrollados entre 1999 y 2008, se ha sostenido con propiedad que la aplicación del modelo neoliberal en Colombia es una de las explicaciones sustantivas del estado actual del atraso, la inequidad, la insolidaridad, la anomia, la atonía  y la carencia de paz. Nótense cuidadosamente las observaciones del profesor Stiglitz (octubre 16 de 2008, entrevista con la W radio), cuando sostuvo que el modelo económico desarrollado en Estados Unidos debe cambiar a partir de estas crisis y que ellas fueron producidas, especialmente, por el dinero fácil y la falta de regulación.

v.  La internacionalización. Obsérvese que el proceso de reforma, modernización y democratización del Estado, puede articular los diferentes intereses internos. La comprensión de esta temática, no será posible hoy y hacia el futuro, si no entendemos el papel de la internacionalización dentro de la cual ella tiene un lugar. La reforma del Estado colombiano, su modernización y su democratización, es un problema que está implicado en el sistema político internacional.

Notemos que entre más profundo sea el proceso de la modernización, se aumentarán las probabilidades de gobernabilidad. El manejo del Estado y de las nuevas relaciones entre los sectores público y privado, implica saber hacia dónde se va, cuál es el proyecto que tenemos, cuál es el tipo de sociedad que estamos construyendo. Frente al proceso de reconfiguración mundial, hay que emprender transformaciones que apunten a la sociedad global y no sólo a la instancia económica. Si queremos acertar en la formulación adecuada de la reforma del Estado, tenemos que mirar muy bien el contexto de la América Latina, de Norteamérica, de la Unión Europea y de las potencias emergentes del Asia.

No se trata, como han afirmado y practicado algunos, de desmantelar el Estado, sino de, como lo ha propuesto, por ejemplo Luis Jorge Garay, modernizarlo, ordenarlo, especializarlo, fortalecerlo, fiscalizarlo y hacerlo eficiente. ¿Y todo ello para qué? Para la satisfacción de las necesidades fundamentales de la mayoría de la población (alimentación, vivienda, salud, educación, trabajo, recreación, seguridad y medio ambiente sano) y para ser constructor de la paz, a través de instituciones democráticas.

Adicionalmente, tener un Estado, como institución jurídico-política racionalizadora de los intereses generales…, implica un cambio en la racionalidad y operatividad política, administrativa, económica, técnica y financiera del mismo. Creo que la concreción en Colombia del proceso de modernización, implica desarrollar articuladamente: la descentralización; la regionalización; la planeación indicativa participativa y la democratización, dentro de un Plan de Desarrollo centrado en lo humano. Para ello debemos preparamos. Si los planes de desarrollo futuros y las políticas de nuestro Estado no se orientan en el anterior sentido, percibo un alto peligro para la estabilidad democrática y entrevería entonces, el reaparecimiento de formas dictatoriales para el mantenimiento del orden-desorden.

vi. La estructura jurisdiccional. Es recomendable formular e implementar políticas públicas que la doten de los medios modernos para realizar su misión y recuperar la fe de la población en la equidad y eficacia de sus fallos.

vii. Los derechos humanos. Institucionalizar políticas públicas que desarrollen los preceptos constitucionales orientados a garantizar la defensa de los derechos humanos.

viii. Los medios de comunicación social.  Al realizar un análisis de contenido sobre el conjunto de los medios de comunicación en nuestro país, encontramos que hay múltiples programas que transmiten contenidos velados y mensajes subliminales que impiden –a una proporción muy significativa de la población – el que se pueda construir una sociedad autónoma, justa, equitativa y democrática-participativa. Me inclino a pensar que todas las veces que los distintos modos y medios de comunicación sean usados para cosificar nuestras conciencias, se está atentando contra la consolidación de nuestra democracia y el afianzamiento de personalidades libres y creativas. Por ello es que deben ser empleados para


producir más cohesión social (enfrentar la atonía); para evitar las conductas desviadas (anomia); y crear procesos societales en torno a un grado superior de conciencia de lo que importa ser sujeto político y por tanto ser histórico, hoy.

Hay que facilitar su reorientación para fomentar la cultura política del ciudadano colombiano, de tal manera que lo invite a participar en un ambiente pluralista y tolerante; que le dé confianza en el futuro de una Nación autónoma, equitativa, democrática en búsqueda de un proceso de desarrollo sustentable.

ix. El narcotráfico, la guerrilla, el paramilitarismo, la delincuencia común y sus combinaciones.
Se me presenta indispensable actualizar, desde los preceptos del Estado social de derecho, políticas de Estado que nos permitan enfrentarlos tecno-políticamente.

x. La cohesión social. Para alcanzarla es necesario que, a través del Estado, se organice una regulación de los mercados financieros mundiales; se impida el desarrollo de una economía especulativa; y se  reconstruya el sistema monetario internacional con instituciones que garanticen la estabilidad de los mercados y las posibilidades de crecimiento y desarrollo. Así mismo, el Estado debe ser garante de los intereses de los asalariados; y desarrollar el sistema educativo para fortalecer la confianza de los ciudadanos y su sentido de pertenencia a la sociedad.

xi. Los partidos políticos. Es necesario organizarlos como instituciones estables que, con ideología, programa y proyecto político, aspiran llegar al poder para desde allí cristalizar las propuestas ofrecidas a los ciudadanos. Así mismo, fortalecer sus relaciones internacionales con las asociaciones mundiales que agrupan sus intereses ideológicos y programáticos. Los partidos son indispensables para organizar la oposición y la fiscalización de la acción política de quienes están en el poder. Por todo ello, se presenta de gran utilidad impulsar la reforma política que está pendiente

xii. Los procesos electorales. Replantearlos y actualizarlos será vital para que la credibilidad y la legitimidad del sistema político puedan avanzar, a través de elecciones transparentes y donde los partidos políticos sean concebidos como instituciones modernas y no simplemente como aparatos o empresas electorales.

xiii. Crear una nueva cultura política. Es indispensable desarrollarla, mediante la enseñanza pedagógica desde la niñez, en los hogares y en las instituciones educativas, y con principios y prácticas democráticas que impulsen el surgimiento de ciudadanos con conciencia participativa. Complementariamente, es urgente replantear los currículos y los planes de estudio para que, a través del sistema educativo y en todas las disciplinas, los educandos reciban formación política democrática actualizada.

xiv. El medio ambiente. Fomentar y cristalizar, a través de políticas públicas, superiores niveles de protección y desarrollo del conjunto de la problemática nacional del medio ambiente.

xv. La historia colombiana. Es recomendable retomar su estudio y presentar sistemática y críticamente, los procesos políticos colombianos. Frente a la crisis actual, deben evitarse los planteamientos simplistas, unilaterales y dogmáticos que ignoran la complejidad de nuestra historia y del ejercicio de la política.

En gran síntesis: Se me presenta conveniente replantear la política como arte y ciencia y fortalecer nuestro Estado y la gobernabilidad democrática, para favorecer el surgimiento de nuevos líderes políticos capaces de comprometerse con la construcción de una sociedad justa (con estructuras que organicen la equidad ante el poder); pacífica (con ausencia de violencia abierta y estructural); libre (sin sometimiento a potencia mundial alguna e interrelacionada con todas las naciones); y con capacidad de institucionalizar un proceso de desarrollo sustentable.
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Lecturas iniciales:

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