Mientras el Banco Central Europeo manifiesta sus preocupaciones sobre un aumento de la inflación, alimentada por el precio mundial del petróleo y demás materias primas, y piensa en frenar su holgada política monetaria para desactivar las crecientes expectativas del mercado sobre este fenómeno, la Reserva Federal de Estados Unidos lo considera transitorio y mantiene su inyección, sin precedentes, de dinero al mercado...
Mientras el Banco Central Europeo manifiesta sus preocupaciones sobre un aumento de la inflación, alimentada por el precio mundial del petróleo y demás materias primas, y piensa en frenar su holgada política monetaria para desactivar las crecientes expectativas del mercado sobre este fenómeno, la Reserva Federal de Estados Unidos lo considera transitorio y mantiene su inyección, sin precedentes, de dinero al mercado. Alguno de los dos está equivocado. El dólar se desplomó y el euro tocó máximos anuales.
Dos direcciones de política diametralmente opuestas: una comprometida con el crecimiento, por encima de la estabilidad, y la otra, todo lo contrario. En Colombia pareciera estar dándose paso a una tranquilidad sobre la inflación, pero cabe resaltar que este indicador, sin tener en cuenta los alimentos, sí subió 0,2%, acercándose al 3% anual, donde cualquier alza de alimentos empezará a golpear estadísticamente más duro. No se puede bajar la guardia, y aunque se abre margen de maniobra para enfatizar los esfuerzos en el crecimiento, el perverso efecto de la inflación sobre los asalariados se debe controlar.