Polvorín a punto de estallar

Luis Carvajal Basto
17 de abril de 2017 - 02:00 a. m.

Lo que se ve venir en Venezuela puede convertirse en el problema más complicado de Colombia, superando las consecuencias de nuestra polarización interna y convirtiéndose en parte de ella. Por eso no se trata de tomar partido si no de conseguir una efectiva mediación que estamos en la obligación de promover.

En una entrevista publicada ayer, el líder opositor Henrique Capriles advirtió de una eventual migración masiva,  un millón de venezolanos, a Colombia. Sobra decir que, pese a cualquier circunstancia y como corresponde a nuestros lazos fraternales e históricos, nuestras puertas siempre estarán abiertas paran ellos, como lo están ahora cuando miles han venido a trabajar y buscarse el sustento, habiendo sido, como corresponde, bien acogidos en las circunstancias que tenemos. Pero, sin duda, tendremos más problemas para resolver. No es exagerado afirmar que la salud de Colombia  depende de la de nuestros hermanos y vecinos, como nunca antes.

La renuncia de Maduro, por ahora, no va a ocurrir. Ha dejado claro que está dispuesto a jugar sus restos y se debe reconocer que aún lo respaldan sectores importantes de la población. A estos niveles de ofensas, retaliaciones y venganzas, no tiene “garantías” para irse, llegado el momento. Por otra parte, a pesar de la represión, las mayorías ciudadanas tampoco soportan más tiempo una situación ya insostenible.

Los niveles de confrontación aumentan. La semana que hoy comienza gobierno y oposición van a continuar subiendo el volumen a un enfrentamiento desigual que se caracteriza por el agotamiento de los canales democráticos dentro y fuera de sus fronteras. Después del contrapunteo en la OEA, donde pierde cada vez más terreno, el gobierno, que  ha logrado unificar en la práctica de las movilizaciones a la dividida oposición, va dejando claro que ni siquiera una eventual aplicación de la Carta Democrática va a flexibilizar el único instrumento funcional de desfogue: la realización de elecciones.

El próximo miércoles la MUD ha convocado una movilización que seguramente también será bloqueada. Luego de los muertos de la semana pasada no hay ninguna señal, interna o externa, que invite al optimismo. Ninguna  puerta que deje la esperanza de nuevos diálogos. La cosa, lamentablemente, solo tiende a empeorar.

Sin que la oposición necesite hacer muchas promesas, el gobierno tiene cada vez menos argumentos para aferrarse al poder ante una  situación desesperada. Agotadas las culpas de todos los imperialismos; sin descifrar el eslogan del socialismo del siglo 21 y luego de cerrar repetidamente la frontera, “responsable” de la escasez, a la que la gente acude a proveerse como último y casi único recurso, Maduro ha decidido manosear y remendar su propia Constitución a conveniencia. Luego de ello se puede ver el núcleo duro del régimen luego de 18 años de gobierno: el respaldo de las fuerzas militares. Las mismas que se prestan para aventuras como la invasión inexplicada de territorio colombiano para provocar ¿Se mantendrán mucho más tiempo cohesionadas?

Luego de tantos años ejerciendo el poder, las fuerzas de gravedad de la política, en un escenario tan negativo, llevan a Venezuela hacia un  cambio que el gobierno se niega a reconocer y al que no se quiere acoplar, como ocurre de manera natural en democracia con la alternación. Nada es para siempre y los gobiernos, a diferencia de las administraciones privadas, desde que llegan conocen exactamente su fecha de caducidad. Es así por principio, salvo, otra vez, en las dictaduras que estiran y estiran periodos por encima o por debajo de la mesa. Con sus hechos Maduro  está confirmando al mundo que su gobierno pretende durar indefinidamente, sin mucho para mostrar aparte de la redistribución en sectores populares de los excedentes del petróleo a 100.Su “socialismo”, como el de los regímenes estalinistas, es solo una manera de ejercer el gobierno a toda costa, claro, a “nombre  del pueblo”, independientemente de lo que piense y sienta.

Pese a sus reiteradas provocaciones y ofensas; a sus maniobras, claramente dictatoriales, lo que corresponde en este momento a Colombia es promover una salida negociada con un calendario preciso de elecciones. Es la única alternativa a la barbarie; a una confrontación civil con consecuencias muy graves para todos.

@herejesyluis

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