Por el futuro

Antonio Casale
13 de febrero de 2017 - 02:00 a. m.

Recuerdo que al Mundial del 98 llegaron Valderrama y compañía en el ocaso de sus carreras. El recambio generacional costó años y parece que los directivos de hoy no han tomado nota de los errores del pasado.

Lo que más preocupa del desempeño de la sub-20 en Ecuador no es el resultado ni la manera colectiva de jugar. Lo que más inquieta es que, salvo contadas e inciertas excepciones, no se ven jugadores con el nivel que deberían tener los mejores de la categoría de un país que hoy es potencia en fútbol.

Alguno dirá que el colombiano madura tarde, que es pronto para concluir que la generación de Falcao y compañía no tendrá reemplazos de altura o que con la manera de dirigir de Piscis es imposible ver buen fútbol.

También es cierto que a esa edad James, Falcao, Cuadrado, Aguilar, Zapata, Arias y Ospina, por citar algunos, ya mostraban lo que podían llegar a ser. El trabajo de Rueda y Lara, aunado al de las divisiones menores del Cali y el Quindío en esa época, fue suficiente para reunir una generación dorada que nos regaló el mejor Mundial para Colombia, el de Brasil. Hoy no es distinto. A lo que hacen Cali y Quindío hay que sumar el trabajo en menores de Nacional, Envigado y algún aporte de Júnior y Santa Fe, poco más.

El fútbol aficionado hace años no aporta nada. Nadie entiende y no se ve el resultado del trabajo de las ligas departamentales. En la rama profesional todos quieren fabricar jugadores, pero pocos lo saben hacer. Cada uno va por su lado y el único interés es que el seleccionador juvenil de turno les convoque a los suyos. Para ello se ha establecido un tráfico de influencias al que la Federación no le para bolas. Todo está en manos de la honestidad que pueda tener el entrenador encargado.

La estrategia brilla por su ausencia. En los países desarrollados, como Alemania, la Bundesliga audita los procesos de divisiones menores. Los seleccionadores juveniles comunican sus necesidades y los cazatalentos de los clubes salen a buscar jugadores según esos informes. Todas las categorías tienen la misma identidad porque la idea es que cuando el jugador complete todos los ciclos llegue a la selección absoluta bajo el mismo método, para que la experiencia sea más amigable y vaya en pro de la excelencia.

Mientras tanto en Colombia, la selección de Pékerman va por un lado y la de Piscis por otro. Es evidente la falta de comunicación entre ellos. No sé si alguien pueda definir la identidad de alguna categoría porque parece no existir. En la dirigencia es igual: el presidente de la Federación y el de la Dimayor cada día están más distantes. Valdría la pena que se pusieran a trabajar juntos porque si no se hace algo ya vendrá un bache en la selección de mayores tan o más pronunciado que el de comienzos de siglo.

 

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