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Por qué estamos demandando a las cortes federales de EE.UU.

Daniel Pacheco
14 de abril de 2015 - 02:40 a. m.

En los procesos en EE.UU. a paramilitares extraditados reina el secreto judicial. Durante los casi ocho años que llevan extraditados los hombres responsables de algunos de los peores crímenes atroces de la historia reciente de Colombia, es poca, y en algunos casos ninguna, la información disponible al público sobre el avances de sus procesos por narcotráfico.

El secreto judicial, o sello, que cubre casos como el de Salvatore Mancuso, Rodrigo Tovar Pupo y Hernán Giraldo oculta información básica de sus procesos, como las fechas de sus audiencias , y también datos de fondo, como el contenido de sus declaraciones de culpabilidad.

Según Katie Townsend, abogada del Comité de Reporteros por la Libertad de Expresión, es “inusual y problemático” el nivel de secreto que rodea estos casos. Por eso el Comité —representando a El Tiempo, otros dos medios de EE.UU. y a este columnista apoyado por El Espectador y Blu Radio— ha presentado demandas ante las cortes para pedir que se levante el sello de al menos cuatro procesos, incluyendo el de Mancuso, Tovar Pupo y Giraldo.

Es posible que estas demandas ya estén teniendo un efecto, aunque aún es difícil saberlo con toda seguridad. En los últimos días, hemos conocido más de los casos de Mancuso y Jorge 40 que en los últimos ocho años. Sabemos que ambos ya se declararon culpables, que están en la etapa para definir la sentencia y que la fiscalía de EE.UU. pide para ellos condenas de 22 y 30 años de cárcel, respectivamente. Estos son datos que toda víctima de un crimen de estos hombres en Colombia quiere saber si mantiene la esperanza, así sea remota, de tenerlos algún día cara a cara para exigir verdad y reparación.

Hasta ahora, ni la fiscalía de EE.UU., ni los abogados de los “paras”, ni las cortes han explicado por qué son tan generosos con el secreto judicial. Esta figura es válida en ciertas circunstancias; cuando está en riesgo la seguridad nacional, la vida de algún testigo o de familiares de los acusados. ¿Es el caso de los “paras”?

Hay algunos indicios de las razones de fondo de este secreto. Encontré el siguiente en una transcripción del proceso de otro “para”, alias Macaco, que también estuvo bajo sello hasta luego de su sentencia:

“Señor juez”, dice el abogado de Macaco luego de recibir la condena de su cliente, “solicitamos que el caso siga bajo sello por la cooperación continuada del acusado. Semanalmente recibo preguntas desde Colombia, y no puedo hablar por la fiscalía, pero hay información que sigue siendo intercambiada, personas que están siendo buscadas, personas que se están entregando. Todo esto se vería dramáticamente afectado si el público se enterara de que el emperador ha muerto”. La fiscalía secunda la moción del abogado y la corte otorga.

“El emperador ha muerto”, es decir, se compromete el ventilador de Macaco, sus gestiones para entregar más cómplices, rutas y cargamentos, si se sabe que lo condenaron. La justicia de EE.UU. convertida en un brazo más de la DEA, de la guerra contra las drogas, que se impone a las víctimas de estos hombres en Colombia y al derecho del público a enterarse en qué van los procesos de los criminales de guerra que le entregamos a otro país.

 

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