¿Por qué Miguel Uribe debe ser el próximo alcalde?

Mauricio Botero Caicedo
11 de agosto de 2019 - 07:00 a. m.

Al albergar simultáneamente sentimientos que uno pensaría son contradictorios, deduce uno que los bogotanos son ciertamente curiosos. Por un lado hay rechazo (que cada día va disminuyendo) contra el alcalde Enrique Peñalosa, en parte consecuencia del recio carácter del burgomaestre, y en parte por la prepotencia de algunos integrantes de la administración distrital. Hay, sin embargo, un enorme apoyo a las megaobras e inversiones por más de $45 billones en infraestructura que está haciendo la administración de Peñalosa: 2.500 frentes de obras, 70 obras viales y diez megaproyectos de infraestructura que mejorarán notablemente la movilidad para carros particulares, transporte masivo, bicicletas y peatones. Entre estas obras, junto con otras 19 que suman $1,2 billones, se destacan el metro de Bogotá y la limpieza del río Bogotá, cuyos recursos ya están asegurados por parte de la nación y del Distrito. Miguel Uribe es el único candidato que puede garantizar que el metro y las otras nueve megaobras sean una realidad.

Durante más de tres años, desde la Secretaría de Gobierno, Miguel Uribe fue la mano derecha de Enrique Peñalosa. Miguel, no obstante su juventud, tiene envidiable experiencia en la administración de esta urbe. En reciente entrevista con El Espectador, el candidato, que cuenta con una hoja de vida trasparente, hace gala de su autonomía y de la firmeza en sus convicciones: “Soy independiente y no tengo jefes políticos. He planteado reglas claras y sin componendas, pero se necesita unión, para no repetir la historia de hace ocho años, cuando ganó la corrupción, la negligencia y la improvisación. La unión se necesita para ganar las elecciones y gobernar bien… El camino es avanzar o retroceder, terminar lo que se comenzó o volver al pasado. Represento a los que no queremos perder tiempo y concretar los grandes proyectos. Hay candidatos que quieren llegar a destruir y a comenzar de cero. Claudia López, por ejemplo, representa a quienes malgobernaron la ciudad. Su falta de conocimiento, experiencia e incoherencia pone en riesgo el futuro de Bogotá… Una cosa es no polarizar y otra es ser tibio. El debate político exige claridad y contundencia en las ideas. No descalifico personalmente, ni agredo. Doy propuestas y he convocado a la unión”.

En lo social, la capital tiene hoy la tasa de homicidios por cada 100.000 habitantes más baja de los últimos 40 años. Con Miguel Uribe al timón, los bogotanos podemos tener la certeza de que esta tasa va a seguir disminuyendo.

Apostilla. Uno no puede dejar de calificar como bellacas las declaraciones de Piedad Córdoba en Caracas durante el reciente Foro de São Paulo, en las que afirma sin pudor alguno que el Gobierno colombiano está haciendo negocio con la ayuda internacional para el apoyo de los emigrantes venezolanos. Son bellacas las declaraciones porque si algo merece reconocimiento es la actitud generosa y desprendida de todos los colombianos —Gobierno, ciudadanos, empresarios— a la ola de refugiados que huyen en busca de comida y oportunidades de uno de los regímenes más corruptos e ineptos de la historia. La actitud del pueblo colombiano y de su Gobierno, que les acaba de conceder la ciudadanía a 24.000 niños de padres venezolanos, es ejemplar. Afirmar que hay lucro detrás de ese apoyo es de inaudita infamia. Pero de Piedad Córdoba no se espera menos.

 

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