Por una democracia austera

Santiago Villa
14 de febrero de 2017 - 02:00 a. m.

La era del internet permite eliminar la financiación privada de campañas presidenciales. La propuesta puede parecer de ciencia ficción política, y aunque expondré aquí su versión más radical, se pueden atenuar algunos de sus detalles. El corazón del argumento, no obstante, es el mismo: para la democracia electoral y en especial la contienda presidencial, la propaganda solía ser un mal necesario pero ahora es un mal voluntario. 

Comenzaré por los "peros". Las giras de los candidatos en época electoral consisten de eventos públicos con fanfarria y conciertos musicales. Se supone que así el candidato se acerca a los electores. Que de esa forma pueden conocer su talante y sus propuestas. Hay que asumir, entonces, que si estos eventos son indispensables es porque la gente que asiste a ellos no podría conocer igual de bien, o mejor, al candidato. Hay un tono populista que se le quiere dar a este argumento. Se asume que las personas que no tienen acceso a la radio, la prensa, la televisión o el internet pueden conocer al candidato en persona. 

La falacia de este argumento es que una cifra muy baja de ciudadanos efectivamente asiste a estos eventos, y de los que van, una incluso más baja interactúa con el candidato. Hay un censo electoral de 34 millones de colombianos. Sería muy exagerado asumir que el 20% de este número, es decir 6,8 millones, asiste a los eventos de plaza pública que convocan los candidatos; pero para darle una ventaja al contra argumento digamos que sí. Asumamos que de ese número, hay un 10% que interactúa con el candidato. Es decir, 1 de cada 10 personas que van a la plaza pública tiene la oportunidad de hablar con el candidato. De hacer preguntas y recibir respuestas. En definitiva, y siguiendo estas fantásticas cifras, gracias a los eventos en plaza pública unos 680.000 ciudadanos tendrían durante cada contienda electoral acceso directo al candidato. Aún así es una cifra muy baja para el costo en el que se incurre. 

¿Por qué no poner una pantalla gigante y hacer una transmisión digital? En lugar de desplazarse a un lugar, el candidato previamente recibe inquietudes y preguntas de la comunidad, y luego graba las respuestas en video. Sin música, sin algarabía, sin distracciones, el candidato expone su propuesta y contesta las preguntas de la comunidad. Parece un ejercicio más respetuoso de la inteligencia de los votantes. Se presta menos para retórica insulsa y engaños. ¿Y saben qué? Es prácticamente gratis, o al menos en comparación con la otra opción. 

En las elecciones presidenciales se debería prohibir toda propaganda política. Nada de vallas y volantes, ni anuncios de radio, prensa y televisión. Un eslogan y un jingle pegajosos no son difusión de propuestas políticas, son la más burda manipulación emocional. Que se acaben los JJ Rendón y demás gurús del márketing político. Más daño que bien le hacen a la democracia. 

Para conocer las propuestas de los candidatos la gente tendría que acceder a sus páginas de internet. Casi todo el censo electoral tiene acceso a internet. Si alguna comunidad tiene dificultades, se pueden coordinar programas para facilitarlo. Es mucho más fácil eso que realizar un evento de plaza pública. 

Y para que no todo dependa del internet, las cadenas de radio, prensa y televisión estarían obligadas por ley a trasmitir y publicar debates de los candidatos, cuya asistencia sería obligatoria. Un candidato que falte a más de un debate puede quedar inhabilitado. Podría haber un debate semanal, o cada dos semanas, en un medio de difusión nacional. La duración de la campaña política sería de un lapso corto, quizás menos de seis meses, para reducir costos.

Necesitamos elecciones presidenciales más cercanas a la deliberación que a la propaganda. Más claras en su mensaje. Con más debate y menos eslogan. Y ante todo, que esté menos expuesta a la corrupción. Cuando la corrupción es sistémica tal vez tenemos que hacer cambios al sistema. Reemplazar al actor no es suficiente para cambiar de telenovela: hay que cambiar el libreto. 

Twitter: @santiagovillach

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