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Producir menos basura

Juan Pablo Ruiz Soto
10 de enero de 2012 - 11:00 p. m.

Estoy totalmente de acuerdo con Guillermo Asprilla, el nuevo director de la Unidad Administrativa de Servicios Públicos de Bogotá, quien en entrevista con este diario señalaba la urgente necesidad de cambiar la manera como se están manejando las basuras en la capital.

No es posible seguir llevando casi 7 mil toneladas diarias de basuras al relleno sanitario de Doña Juana, revolviéndolas todas y seguir reciclando menos del 10%. Además, comparto la determinación de la Corte Suprema de exigir que los recicladores sean incluidos en el plan de manejo de basuras.

Asprilla dice que se propone aprovechar toda la basura; en realidad esto no es posible. Como tampoco es posible llegar a basura cero, como llamó Petro su programa. Lo que sí es factible es reducir la producción de basuras por habitante y aumentar el nivel de reciclaje, disminuyendo así el volumen de basuras que llegan a los rellenos sanitarios.

El primer paso no es, como señala Asprilla, separar en la fuente. Lo primero es tomar medidas para reducir la producción de basuras innecesarias. Algunas medidas las pueden tomar directamente los empresarios —como en el caso de Postobón, que ha decidido por razones económicas volver al envase retornable en las gaseosas grandes en el sur de Bogotá—. Ojalá que todos los productores de bebidas hicieran lo mismo, pues es mucho el plástico proveniente de envases no retornables que se vuelven para la ciudad una basura costosa de manejar. Cervezas y gaseosas deberían ser todas en envase retornable, de vidrio. Quien quiera consumir en desechable debe cubrir el costo adicional de manejar esa basura, un costo que pagamos todos los ciudadanos. Para el consumidor se trata de una externalidad, un costo que no cuenta, pero la ciudad internaliza el costo y la sociedad lo asume. Otra opción es cobrar un impuesto adicional al industrial que genere basura innecesaria y con lo recaudado manejar la basura.

Hay muchas otras acciones y actitudes que como individuos podemos y debemos asumir para producir menos basura y que podrían incentivarse con medidas gubernamentales acertadas: los vasos y los platos en los restaurantes para servir a los consumidores deberían ser reutilizables. Debemos eliminar esa reciente y burda costumbre de servir en desechables de plástico o icopor, incluso en eventos familiares. Las comidas para llevar que venden en los restaurantes no deberían empacarse en icopor, sino en cartón. Como estos hay más ejemplos.

Desde 2007, en la ciudad de San Francisco (California) están prohibidas las bolsas plásticas en los grandes supermercados, medida que luego se extendió a las droguerías. En muchas ciudades, si uno quiere llevar lo que ha comprado en una bolsa plástica, debe pagar una suma adicional por la bolsa; esto termina educando a las personas y las invita a adquirir la saludable costumbre de llevar canastos o bolsas de tela para cargar cuanto compran.

Estoy de acuerdo con Asprilla en que hay que separar en la fuente, recoger por separado y reciclar, pero antes hay que tomar medidas que orienten a las industrias y a los consumidores a producir menos basura; los tercos que quieran seguir produciéndola, que paguen por eso. No se puede seguir subsidiando al consumidor y al productor de basuras innecesarias. Debemos hacer lo posible por gestionar un manejo racional de la basura, pues es un tema en el cual nuestro país está muy atrasado.

 

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