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Propuestas Tributarias: Ni Un Caldo

Alberto Carrasquilla
27 de marzo de 2014 - 04:00 a. m.

Con su reciente destape en materia tributaria, empiezan a aparecer las propuestas económicas de los candidatos a la presidencia de Colombia y las noticias no son buenas. Comencemos por describir algunos de los los desafíos más evidentes que enfrenta nuestra política tributaria, para luego abordar la relación entre ellos y las propuestas que estamos escuchando. 

De cara a unas necesidades fiscales crecientes, entre otras cosas por las mayores exigencias en materia de salud, la ley de víctimas cuyo costo final sabemos enorme, pero aún no conocemos, la deuda en infraestructura y las implicaciones fiscales que podría tener la comparsa habanera, ello implica tener que pensar en elevar el recaudo de manera importante.

Hay, en esencia, dos grandes familias de planteamientos respecto del objetivo de un sistema tributario que le dan contexto y telón de fondo a esta necesidad que aparece inaplazable. Los progresistas quisieran ver un sistema redistributivo, en el cual los ciudadanos con mayores ingresos paguen más que los ciudadanos de ingresos bajos. Los liberales prefieren, en contraste, un esquema amigable a la iniciativa privada y la generación de riqueza. El punto es que nuestro sistema tributario no sirve ni para lo uno ni para lo otro y que, en consecuencia, un debate inteligente y unas conclusiones viables resultan indispensables.

Primero, nuestro régimen impositivo no redistribuye porque está basado en la idea cuestionable de que las personas (ricas, pobres y todo lo que haya en medio) no deben tributar mayor cosa porque el peso grande lo deben asumir las utilidades empresariales. Así las cosas, en Colombia los impuestos que pagan las personas equivalen al 6% del recaudo, mientras que en la OCDE llega a 25%. Entre tanto, los impuestos empresariales son el 21% del recaudo en Colombia y solo el 8,6% en la OCDE. Desde el punto de vista redistributivo, tampoco es muy sensato excluir tantos bienes de consumo de la base del IVA por la sencilla razón de que el grueso del beneficio se queda en el bolsillo de quienes más compran, que son los más pudientes. Por esta razón cualquier indicador de desigualdad, por ejemplo el Gini, es prácticamente idéntico antes y después de impuestos, lo cual contrasta de manera fuerte con la inmensa mayoría de nuestros futuros socios de la OCDE.

Pero, en segundo término, nuestro estatuto tributario no solo carece de impacto redistributivo, sino que también es extremadamente torpe en materia de defender la generación de riqueza. Por ejemplo, en la última evaluación comparativa que hace anualmente el Banco Mundial sobre el ambiente general de los negocios en su publicación Doing Business, el país aparece muy en el fondo de la tabla en materia impositiva (ocupamos el lugar 104 entre 189 países evaluados), y está rezagado de manera muy importante respecto de la mayoría de los vecinos. La carga impositiva total, calculada en el informe, equivale al 76% de las utilidades de una empresa mediana representativa, muy por encima del 47.3% observado en América Latina en su conjunto, al 27.7% que exhibe Chile, al 36.4% Peruano e incluso al 61.7% de la República Bolivariana.

Tercero, el enorme arsenal de impuestos adicionales a los de renta, nómina e IVA se introdujeron a la topa tolondra, sin examinar bien sus efectos macroeconómicos y ya es hora de eliminarlos o, si quiera, de defenderlos con argumentos distintos a los de que el recaudo se necesita.

Un sistema que no redistribuye, que fustiga la generación de riqueza y que está desbordado de micos pequeños y grandes tiene que ser calificado por los partidarios de una u otra manera de concebir el objetivo de la tributación, como un organismo enteramente disfuncional y en urgente necesidad de enmienda. Pues bien, al menos en el primer round, de nuestros candidatos no ha salido a flote el primer argumento que toque los puntos gruesos. No hay, por ahora, ni para un caldo.

Es claro que hablar de impuestos no es, propiamente, la mejor manera de ganar adeptos y causar votos, pero si resulta altamente conveniente que, más pronto que tarde, los ciudadanos podamos evaluar aunque sea un esbozo grueso de lo que cada uno buscaría hacer en la materia. 

@CarrasqAl

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