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Prostitución y ley

Darío Martínez
06 de mayo de 2012 - 11:00 p. m.

Con ocasión del escándalo suscitado en la pasada Cumbre de las Américas celebrada en Cartagena, propiciado por agentes secretos del presidente Obama, sale a relucir una vez más el tema de la prostitución.

Es cierto, la prostitución es tan antigua como la humanidad. Entre los primitivos caldeos y egipcios se hallan sus primeros vestigios, de dos clases: la hospitalaria y la sagrada, y una tercera mercantil, propia de los fenicios. En Grecia, la Venus Pandemos era la que personificaba todas las prácticas de la prostitución. Famosas fueron sus fiestas, que se celebraban el cuarto día de cada mes. Durante ellas, las mujeres vendían su cuerpo por dinero, que luego ofrendaban en los templos erigidos a la Venus popular.

Mariano Tudela, en la Biografía de la prostitución, dice que la ciudad de Abidos se preciaba de haber sido libertada por las prostitutas, después de que éstas emborracharan a los soldados extranjeros y los durmieran con caricias, haciéndolos matar a cuchillo. La codicia de las prostitutas griegas era a veces monstruosa. Filomena enamoró de tal manera a Critón que lo puso al borde de la locura erótica. Solón organizó la prostitución civil y la gravó con impuestos, dándole categoría de institución dentro de la República.

La prostitución es una compraventa mediante la cual se venden unos servicios sexuales por dinero, en forma habitual, a personas indeterminadas. En nuestra sociedad, en la mayoría de los casos, quien se dedica a ella lo hace en estado de necesidad. La sociedad crea las condiciones históricas y socioeconómicas de pobreza y marginalidad que conducen a la prostitución. La miseria es su caldo de cultivo.

La prostitución en Colombia no es una conducta contraria a la sociedad, que es la responsable de su existencia y la tolera. Es un mal menor que afecta la vapuleada dignidad humana. Es parte de la vida en sociedad, como objetivismo subcultural, ligada al sentido más sociológico que moral.

La Corte Constitucional, en la sentencia T-629/10, afirma que la prostitución es parte del libre desarrollo de la personalidad y que, al no estar prohibida ni constituir delito, se la puede ejercer de manera razonable y proporcionada. Desde el punto de vista laboral, reconoce en el trabajo sexual el contrato realidad, protegiendo los derechos fundamentales al trabajo, la seguridad social, la igualdad, la dignidad y el mínimo vital.

Es un avance jurisprudencial, pero se necesita una regulación completa del Estado mediante ley que, de manera categórica y sin hipocresía, combata las causas que generan la prostitución, evite su clandestinidad, discriminación, estigmatización, proliferación, conexidad con actividades delictivas, deterioro de la integridad familiar con violación de los derechos de los menores, ausencia de salubridad y la reconozca sin ambages, como un derecho al trabajo. Esa nueva legislación deberá traspasar los límites de la simple inspección y vigilancia policiva.

* Darío Martínez Betancourt, exsenador de la República.

 

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