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Punto de quiebre

Gustavo Duncan
24 de junio de 2009 - 03:44 a. m.

A UN AMIGO Y COLEGA DE UNA UNIversidad de Estados Unidos que está escribiendo un libro acerca de la violencia reciente en Colombia lo llevé a conocer Sanandresito.

Luego de mostrarle cómo en plena Bogotá existen manzanas enteras donde abiertamente se venden artículos de contrabando fuimos a almorzar chigüiro en uno de los asaderos de la zona. Mi amigo que es un demócrata de izquierda comprometido con todas las causas justas de la humanidad preguntó si el chigüiro que se comía estaba en peligro de extinción. Le respondí que sí, a lo que replicó que entonces él no podía seguir comiendo. Pero entre vergüenza e incredulidad mi amigo no pudo evitar seguir saboreando el chigüiro cuando le reclamé: “Carajo, tiraron la bomba en Hiroshima y ahora te vas a escandalizar con un pinche ratón”.

No puedo evitar usar esta anécdota a la manera de una parábola en el sermón de un cura para llamar la atención sobre las limitaciones que tendrán las relaciones internacionales en la definición de la campaña presidencial de 2010, sobre todo en lo concerniente a un tercer período de Uribe. Los editoriales de los principales periódicos del primer mundo, las denuncias sobre las “ejecuciones extrajudiciales” del Ejército colombiano realizadas por las Naciones Unidas y la poca simpatía que despierta nuestro Presidente entre las ONG de Europa y Estados Unidos, sin duda tienen un peso importante en los acontecimientos políticos que se vienen para el próximo año. Pero están lejos de ser los factores definitivos que persuadirán a Uribe de renunciar a seguir en el poder. Al igual que mi amigo demócrata, los mandatarios y funcionarios del primer mundo pueden haber dado muestras de no sentirse muy cómodos comiéndose ese chigüiro pero están dispuestos a acabar su plato.

Como sucede en muchos otros casos en que los escándalos parecieran ser suficientes para que Uribe sea depuesto, en el ámbito internacional no se avecina nada que haga pensar en un punto de quiebre a su mandato. Hasta ahora el tema que más pareciera golpear las bases de su poder se remonta incluso a los años de la presidencia de Bush: la negativa al TLC. El fracaso en el logro de acuerdos de libre comercio puede poner en su contra a sectores influyentes del empresariado nacional. Sin embargo, Uribe ha sorteado con éxito las negativas al libre mercado. Ha otorgado enormes concesiones tributarias, ha estado diligente en resolver el lío de Venezuela para no poner en riesgo los intereses de nuestros exportadores y con DMG se portó a la altura con Sarmiento Angulo. Más aun, el papel de saboteadores de los sindicatos colombianos en Estados Unidos le ha servido de excusa para su fracaso. Puede decirle al país que pese a todo su esfuerzo unos cuantos “apátridas” y la ingenuidad de la izquierda del primer mundo han hecho imposible lo que sería un claro beneficio para el país.

Algo de razón hay en esos argumentos: invitar a Juan Carlos Martínez, Odín Sánchez Montes de Oca y Édgar Ulises Torres como representantes de las negritudes colombianas u oponerse al TLC para defender a los rentistas de ciertos cultivos industriales es todo un despropósito de la izquierda norteamericana. Algo así como preocuparse por la vida de un ratón frente al problema de la bomba.

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