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¿Qué les pasa a los hombres?

Cecilia López Montaño
09 de junio de 2011 - 11:00 p. m.

LOS HECHOS ESTÁN CONFIRMAN-do las sospechas sobre la brecha que existe entre los hombres y mujeres del siglo XXI.

Las mujeres de este siglo no tienen nada que ver con sus abuelas o con sus madres. Son más educadas, más independientes, entienden las relaciones de pareja, como eso, parejas, y no de subordinación; se niegan a declarar que obedecerán al marido y en fin, se comportan como seres humanos dueñas de su propio destino. O al menos este es el modelo que muchas esperan representar.

Sin embargo, la vida no es así de fácil. Todos los días, en todos los espacios, se enfrentan a los dueños del poder, que en su amplia mayoría siguen siendo los hombres; que con raras excepciones, se siguen comportando como sus abuelos y sin duda, como sus padres. Esa visión patriarcal  parecería reforzarse cuando ejercen el poder “los puros machos”. No es sino mirar lo que está sucediendo con la reforma política que señalaba el 30% de mujeres en las listas y ahora, los políticos dicen que para que no sea de relleno hay que eliminarlas. Qué vergüenza, le tienen miedo a las mujeres políticas, porque como las brujas, que las hay las hay.

Este desfase, entre las mujeres que tienen un nuevo discurso, y unos hombres que no salen de su vieja visión del “súper-súper”, está causando mucho daño, especialmente entre el gremio masculino que cree que puede seguir en las mismas con las mismas. Lo que le acaba de pasar a dos personajes del primer mundo, al presidente del Fondo Monetario Internacional y al exgobernador de California, confirman esta hipótesis. En primer lugar, la lucha de las feministas, tan despreciada por los hombres, e inclusive por mujeres, ha tenido éxito. Hoy, la legislación las protege contra viento y marea, desde Nueva York hasta Irán. Hace 50 años nadie podría pensar que una humilde camarera acabara con la vida política de uno de los hombres más poderosos del mundo. Y eso que tiene una esposa, aparentemente, demasiado generosa.

El caso del exgobernador, que también se salió de la raya, se encontró con una mujer moderna, del siglo XXI, que con cuatro hijos a bordo no le perdona el engaño. Bien por ella, porque a pesar de que este señor le debe muchísimo, no tuvo la capacidad de valorarla como ser humano y por ello subestimó su reacción.

Una conclusión es obvia: o los hombres cambian su discurso y su proceder o este mundo verá cada vez más parejas inestables, con hijos creciendo en complejas relaciones de ex, ex y ex, que juegan a papás, mamás, hermanos y demás. Pero quienes más debemos cambiar somos las mujeres, ya que hemos ganado suficiente espacio como para seguir comportándonos como un gueto. La dimensión de género es una categoría social que implica reconocer que hombres y mujeres somos diferentes, pero que contribuimos de igual forma a la consolidación de nuestras sociedades.

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