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¿Qué opinan los notarios?

Carolina Botero Cabrera
31 de julio de 2015 - 05:10 a. m.

Décadas de conflicto armado y de poderío de diversas organizaciones criminales han hecho que la seguridad (nacional y propia) sea tan preciada que estemos dispuestos a ceder derechos y libertades personales.

Para evitar fraudes, las notarías están obligadas a contar con sistemas de obtención electrónica remota de la huella dactilar desde la base de datos de la registraduría y a prestar el servicio de identificación biométrica en línea para ciertos trámites. Para cumplir, las notarías se organizaron a través de la Unión Colegiada del Notariado, que se articuló con ID3 Technologies (empresa seleccionada por la Registraduría para hacer la parte técnica). Señores notarios, ustedes revisaron: ¿cómo se protegerán mis datos? (no solo respecto al habeas data, también a las medidas para evitar abusos y vigilancias indebidas), ¿por qué se escogió un modelo centralizado y administrado por un solo privado?, ¿tiene sentido la tarifa y sus beneficiarios?, ¿por qué, si lo que hacen es autenticar y tienen libertad para definir la forma de identificar, esto es obligatorio?

También cuestiono de este caso que nuestra legislación de protección de datos, pionera en la región, tiene importantes debilidades en el sector público puesto que su foco es el privado. No encuentro ningún análisis de riesgos e impactos de esas tecnologías en el ejercicio de derechos individuales y en la vida cotidiana de personas ordinarias. Mucho menos encuentro si como resultado se adoptaron medidas para mitigarlos.

Sin duda, las tecnologías son instrumentos del desarrollo social, económico y político, y por eso no reclamo abstinencia. Pero, como no pestañeamos cuando comenzamos a decir quiénes éramos y a dónde íbamos al entrar a un edificio, ahora debemos demostrarlo dejando nuestra identificación, huella y foto. Tampoco parece preocuparnos el incremento de cámaras e identificadores biométricos en las calles, ni cuestionamos las bases de datos de información biométrica que se derivan de cédulas y pasaportes (pronto de las elecciones).

El problema es que de mantenerse unánime el discurso de la diosa seguridad, nuestra capacidad crítica de cuestionar el falso dilema entre seguridad e intimidad es cada vez menor, cada vez más se está comprometiendo el libre desarrollo de nuestra personalidad, nuestra libertad de expresión, de asociación, de protesta, etcétera.
 

 

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