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¿Quién responde?

Felipe Zuleta Lleras
15 de noviembre de 2007 - 11:18 p. m.

Si este Gobierno se caracteriza por algo, es por su capacidad para difamar, calumniar, mentir y enlodar a sus opositores, acudiendo para ello a toda clase de instrumentos.

Más se demoran los opositores del Gobierno en escribir u opinar sobre los desaciertos del régimen, que el Gobierno en salir a calificarlos como guerrilleros disfrazados de civil. Así lo han hecho con el presidente del Polo, Carlos Gaviria; con Samuel Moreno y con periodistas.

Pero eso sí, para salir a los medios con la misma diligencia y premura para explicarnos por qué el guerrillero Rodrigo Granda está otra vez en el monte, portando un fusil y vistiendo su camuflado, ahí se quedan callados. Tal vez en la “Casa de Narquiño” olvidaron que el Presidente adujo “razones de Estado” para sacar de las prisiones a más de 200 guerrilleros de las Farc, a cambio de nada, bajo la promesa pública de que los subversivos favorecidos con esa excarcelación habían jurado que “jamás volverían a combatir al Estado”.

Este hecho, que el gobierno ha tratado de ocultar cambiando la agenda con la inexplicable disminución de aranceles, es de tal gravedad que en un país serio hubiera generado un escándalo con renuncias de los funcionarios que no hicieron un seguimiento de las actividades de los liberados. Por eso le preguntamos al Presidente en dónde están todos los delincuentes que sacó de la cárcel, qué hacen, de qué viven y en dónde habitan.

Si no responde al hecho anterior, que fue titular en todos los periódicos del país, me temo que tampoco responderá a las gravísimas acusaciones publicadas en Foreign Affairs, la revista de análisis político más importante de Norteamérica.

Es increíble que un presidente cuestionado en Washington porque su relación con los paras es sospechosa, siga haciendo promesas de campaña para perpetuarse en el poder. No me alcanzo a imaginar la felicidad que debe sentir en la tumba Pablo Escobar, porque la de los amigos del gobierno “presos” en Itagüí ya todos la conocemos.

El descaro de este gobierno es el que lo llevó a apoyar candidaturas como las de Name, también sin la menor vergüenza permaneció callado mientras el gordo García ponía alcaldes y gobernadores desde la cárcel. Pero en cambio el jefe del gobierno decide no reunirse con el ese sí honesto y limpio ciudadano Samuel Moreno a quien, como es obvio, lo considera guerrillero. Sólo falta que dentro de los planes de Uribe esté nombrar a Enrique Peñalosa en el Ministerio del Medio Ambiente para frenarle a Moreno los permisos para el metro. Así es el Presidente: tracalero y embaucador.

Si bien es cierto que Bogotá necesita el apoyo financiero de la Nación, Samuel no debería insistir en reunirse con Uribe en Palacio, porque tal y como van las cosas, acudir a una cita a la “Casa de Narquiño” puede ser tan grave como tratar de refundar la Nación desde Ralito.

Felipezuleta.blogspot.com

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