Rasgándose las vestiduras

Mauricio Botero Caicedo
08 de abril de 2017 - 02:30 a. m.

Para algunos "sacamicas" afectos a la Casa de Nariño, la concurrencia a la pasada marcha del 1º de abril fue “patética”. Y si los correveidiles del Gobierno lo dejan a uno atónito con sus intentos de minimizar la significativa jornada, no menos estupefacto queda uno con su hipocresía. Estos personajes se rasgan las vestiduras cuando escuchan que John Jairo Velásquez, alias Popeye, pensaba marchar en Medellín. John Jairo formó parte de la estructura criminal del cartel de Medellín hasta su entrega en 1992 a la justicia. Al interior de dicha estructura, Popeye era el jefe de la banda de sicarios y miembro del círculo de confianza de Pablo Escobar, cabeza de la organización criminal autodenominada los Extraditables. Popeye, que según sus propias declaraciones asesinó directamente a por lo menos 300 personas, pagó una condena de 23 años en la cárcel por los delitos de concierto para delinquir, homicidio y secuestro agravado.

Casi de forma paralela, en otra banda narcocriminal actuaba un gemelo de Popeye, Hernán Darío Velásquez, alias el Paisa, exjefe de la columna móvil Teófilo Forero, la que fuera una de las unidades más violentas y sangrientas de las Farc. El Paisa es el responsable directo de genocidios, asesinatos, atentados y secuestros contra personalidades públicas y civiles. En su criminal prontuario figuran: el secuestro del avión de Aires (2000); los asesinatos de Diego Turbay Cote y Liliana Gaviria; el asalto al edificio Miraflores en Neiva; el secuestro y posterior asesinato de los diputados del Valle del Cauca; los atentados contra Álvaro Uribe; el atentado al club El Nogal, que dejó 36 muertos y más de 200 heridos; el secuestro de los tres contratistas estadounidenses; el atentado a un bar en la Zona Rosa de Bogotá; la masacre de concejales de Puerto Rico (Caquetá); el asesinato del exsenador Jaime Lozada, y la masacre de los concejales de Rivera (Huila).

Las similitudes entre el oscuro pasado de estos dos asesinos, ambos miembros del círculo de confianza de respectivos carteles de narcotraficantes, son asombrosas. La enorme diferencia es que mientras que Popeye pagó 23 años de cárcel, lo más seguro es que el Paisa no pague ni un solo día.

No existiendo en nuestro idioma el vocablo exasesino, uno entiende que marchar al lado de Popeye, y por extensión de sus jefes en las organizaciones criminales donde actuaba, causa un rechazo general. Ese rechazo debería cubrir igualmente el aplaudir y eventualmente marchar al lado de otros asesinos y exnarcotraficantes. Pero esto no parece ser el caso. Mientras que a Popeye no le perdonan su pasado, los acólitos del régimen no tienen el menor reato de absolver a las Farc, y aplaudir y abrazarse con los jefes directos del Paisa, como ocurrió en el Colón. De llegarse a convocar una marcha a favor del Gobierno, no albergo la menor duda de que todos los que se rasgan las vestiduras por la asistencia de Popeye a la marcha del 1º de abril van a marchar al lado del Paisa, Timochenko e Iván Márquez, cabezas de la organización criminal autodenominada las Farc. ¿Hay o no una farisaica doble moral, porque parece que asesinar y traficar en nombre de Mamón es repugnante, pero asesinar y traficar en nombre de Marx es tan justificable como defendible?

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