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Raza y guerra

Jaime Arocha
02 de junio de 2009 - 04:20 a. m.

EL 31 DE MAYO HISTORY CHANNEL presentó el esperado documental de Hollman Morris que muestra el escenario y el desarrollo de la primera liberación de secuestrados por las Farc, promovido por Colombianos y Colombianas por la paz.

Retrata la angustia de los guerrilleros, cuando se enteraron de que había un avión plataforma de las Fuerzas Armadas que se aproximaba por el oriente. La frustración, rabia e impotencia del momento quedó resumida por esa cámara que se posó sobre el gesto de la senadora Piedad Córdoba bogándose de un sorbo el agua de la botella plástica que abrió con ira, en tanto que se oía al entonces comisionado de Paz asegurando que el Gobierno sí estaba cumpliendo con lo acordado. Frente a semejante manipulación informativa, uno compara casos de mentira oficial: en Watergate, Nixon no puso en riesgo inmediato la vida de nadie. Sin embargo, las operaciones militares que en esa ocasión desplegó el Gobierno colombiano representaban peligros graves para los cuatro soldados que iban a ser liberados, los aviadores del helicóptero, los representantes de Colombianos y Colombianas por la Paz, los observadores externos, los delegados de la Cruz Roja Internacional y los guerrilleros que creían estar participando de una acción humanitaria.

Por su parte, las Farc no aparecen ni como derrotadas, ni como arrinconadas. Sus comandantes serán más “aindiados” y “negros” que nuestros generales, pero figuran como personas disciplinadas, claras en el uso del lenguaje militar, capaces de la complejidad estratégica, portadoras de equipos modernos de comunicaciones, adiestradas en firmes diálogos argumentativos y, más que todo, en confrontar a sus interlocutores con la realidad, como cuando les exigieron a los delegados de la Cruz Roja Internacional que dieran fe de la operación militar que el Ejecutivo llevaba a cabo, dados los vacíos de credibilidad que al mismo tiempo iban originando  aquellos medios de comunicación colombianos que transmitían en vivo y en directo frases que negaban semejante traición. Pareció que el silencio que también quedó grabado terminó por darle la razón al comandante que antes había confrontado a esos delegados por la timidez con la cual, días antes, el representante de su organización humanitaria había condenado el uso de sus insignias por parte del Ejército colombiano en la ‘Operación Jaque’.

Las pieles de esos comandantes son más oscuras que las de los rescatados. Forman parte de aquella gente mestiza, pero no blanqueada a quien se le pide resignación por las prohibiciones que los blancos mismos han creado para el ascenso social de quienes descienden de indígenas y africanos. En fin, también es un documental sobre aquel componente racial que acusan nuestras violencias desde la Conquista, cuando los europeos instauraron la fuerza de las armas para imponer y legitimar su dominio sobre la gente india y negra. Ratifica que sujeción y dominación ni han cesado, ni cesarán mientras a ese enemigo de menor estatura y piel menos blanca se le siga reduciendo a la categoría simple de terrorista y no se lo mire como sujeto apto para dialogar.

* Grupo de Estudios Afrocolombianos, Universidad Nacional

 

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