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Recitales en la ciudad

Manuel Drezner
22 de julio de 2014 - 01:58 a. m.

No era fácil el programa del recital del violinista Michael Barenboim acompañado de Sergei Sichkov en el Teatro Santo Domingo, ya que el ambicioso programa incluía la Fantasía para violín de Schonberg, la sonata de Janacek y la tercera sonata de Brahms.

Hay que resaltar entonces que el público no se asustó y la sala tuvo lleno completo, lo cual muestra que hay público para este tipo de presentaciones musicales. Ellas fueron muy frecuentes en otras épocas, pero por razones misteriosas el recital de solistas o de conjuntos de cámara son ave rara y por tanto es doblemente laudable que el Teatro Santo Domingo dedique buena parte de su programación a este gratificante género musical.

En efecto, sólo la Luis Ángel Arango los programa con alguna frecuencia y Colsubsidio, que tanta cosa excelente nos dio en el pasado, ahora se limita al festival anual de pianistas. De hecho, el Colón ha anunciado su programación para la temporada de reinauguración del teatro y los recitales brillan por su ausencia, lo cual es lástima si recordamos las grandes figuras que en el pasado tocaron en ese escenario. Este género musical, el del recital, es algo que los amantes de la música auténticos aprecian, ya que muchas de las grandes creaciones de los maestros del pasado pertenecen a la obra de música de cámara que hicieron.

El recital de Barenboim nos mostró nuevamente a un violinista de categoría, y aunque hubo momentos en que hubo cierta falta de equilibrio entre violín y piano, la rara oportunidad de escuchar lo que él tocó, más que hace pasar por alto esto. Lo cierto es que fue un concierto de altura, no sólo por el programa sino por las cualidades del solista.

El concierto siguiente de esta serie de recitales en el Teatro Santo Domingo presentará al pianista español Javier Perianes, quien dedicará una parte del programa a obras para piano sólo de Manuel de Falla y algo que se podría llamar mano a mano, para usar un término torero, de obras de Chopin y Debussy en pares que se asemejan entre sí. Esto demuestra imaginación y ojalá que el público pueda apreciar las similitudes y las diferencias entre las obras de los grandes músicos, ya que en el fondo me imagino que el programa, al permitir esta comparación, tendrá algo de didáctico.

Unas palabras finales para lamentar la muerte del gran director de orquesta y compositor Lorin Maazel, quien estuvo al frente de muchas de las grandes agrupaciones del mundo y que tenía cualidades de intérprete que le permitían moverse sin problema desde las obras del Barroco hasta la música de nuestros tiempos. Fue un músico ecléctico, de gran inspiración, y su muerte deja un vacío difícil de llenar en el mundo de la música.

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