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Religión: moral y ética

Uriel Ortiz Soto
25 de febrero de 2015 - 06:26 a. m.

Son varios los casos de enfrentamiento que se están presentando entre educadores y estudiantes, cuando se les quiere imponer la cátedra de religión, puesto que de conformidad con el artículo 19 de la Constitución del 91, en Colombia existe la libertad de cultos.

Nos encontramos viviendo en una sociedad tan violenta, que todos los días recibimos desagradables sorpresas, lamentablemente henos descuidado las normas que regulan el comportamiento social, por lo tanto nuestros niños se están formando sin un medio de respuesta o de defensa frente a todas estas situaciones violentas que se presentan a su alrededor, y por consiguiente no tienen otra alternativa de beber de la misma pócima de su entorno en clara descomposición.

Lo que más nos debe aterrar es que los crímenes que se están cometiendo contra nuestros menores, salen de su entorno familiar, es triste y angustioso ver cómo los mismos padres son los responsables de asesinatos, violaciones y todo tipo de delitos que atentan contra nuestros niños, los hermanos mayores, los tíos y abuelos, también se han convertido en todos unos verdugos de explotación: sexual, social y económica.

Considero que el Ministerio de Educación, en coordinación con el Instituto de Bienestar Familiar, deben institucionalizar la cátedra del primer respondiente para el caso de los delitos contra los niños de cualquier edad, parece que está haciendo falta mucha pedagogía sobre este tema, para que los mayores entiendan que la vida de nuestros niños, es la semilla de una futura sociedad que da sus buenos o malos frutos acuerdo a como se siembre y cultive.

Este tema es importante mirarlo desde diferentes ángulos con el fin de señalar los linderos que deben corresponder a los diferentes establecimientos educativos, que si bien, buscan por todos los medios aplicar normas de buen comportamiento, con el fin de aplacar las prácticas de matoneo y acoso entre estudiantes, debemos entender que los tiempos han cambiando y que ahora en pleno siglo XXI, nos rige una Constitución política pluralista producto de una Asamblea Nacional Constituyente, que estuvo integrada por diversidad de credos: sociales, económicos, políticos y religiosos, elegida para tal fin por el pueblo en su sana soberanía.

Debemos entender que la Constitución del 1.886 que rigió los destinos de nuestro País por mas de un siglo, su preámbulo iniciaba: “en nombre de Dios fuente Suprema de toda Autoridad”; y en la del 1.991, el nombre de Dios, casi que no se salva, simplemente se inicia: “invocando la protección de Dios”. Con lo anterior queremos decir que en lo antes y después, aparecen dos extremos de creyentes y profanos, que cuando se encuentran siempre se repelen en su forma de pensar, mirando el pasado y el presente de acuerdo a su formación inicial recibida previamente en sus hogares.

Recordemos cómo durante la Constitución de 1.886, la religión católica era la oficial y quienes estudiamos antes de entrar en vigencia la Constitución de 1.991, estábamos obligaos a cumplir todos los preceptos religiosos: asistir a misa en comunidad cada ocho días, a los ejercicios espirituales previos a semana santa, y a recibir obligatoriamente la cátedra de religión.

Como consecuencia de todo lo anterior, el artículo 19 de la Constitución de 1.991, garantiza la libertad de culto, y toda persona tiene derecho a profesar y difundir sus creencias religiosas, y las autoridades estarán obligadas a protegerlas dentro de las normas de respeto y la sana convivencia.

Son varias las investigaciones que se han realizado al respecto por parte del Ministerio de Educación Nacional, con el fin de buscar la posibilidad de institucionalizar nuevamente la cátedra de religión en establecimientos educativos; considero desde mi óptica de Comunidad y Desarrollo, que está no es la solución, puesto que se estarían violentando normas Constitucionales y el ejercicio de la sana convivencia regulada por el Constituyente Primario.

Hace algunos años en la Universidad Sergio Arboleda, se celebró un foro sobre este tema, el suscrito esgrimió una tesis que aún no ha perdido vigencia y continúa siendo la solución a tan álgido problema y es la institucionalización de la Cátedra de: Moral y Ética, analizados estos dos vocablos en su conjunto, conforman lo que debe ser un manual de convivencia y buenas prácticas para el ejercicio de cualquier profesión u actividad por conservadora o liberal que ella sea.

Es que la religión propiamente dicha, no puede esgrimirse como un asunto de moral y buenas costumbres, para los católicos, puede que lo sea, pero, para los creyentes de otras religiones, es una simple historia contada, pero sin ninguna práctica en la vida real.

Los grandes revolucionarios y consumados extremistas centralizan sus actividades dentro de unos códigos de: moral y ética, que al desarrollarlos para el ejercicio de sus actividades, se cumplen con tanta rigurosidad, que muchas veces quebrantarlos, los llevan a desistir de su actividad profesional.

Si definimos la moral, como el conjunto de costumbres de una sociedad que obligatoriamente hay que cumplirlas, puesto que de no hacerlo, el ejercicio profesional y calidad de vida no cumple con los estándares de buen servicio a la comunidad; podemos concluir que es un dogma de fe, que hay que guardarlo como el mejor tesoro de nuestra vida.

La Ética que está regulada por el conjunto de normas que direccionan específicamente una actividad y su ejercicio, debe ser concordante con los protocolos establecidos por los organismos reguladores del ejercicio profesional, así por ejemplo: la ética del médico, del abogado, del ingeniero o del administrador de empresas.

Con los dos principios enunciados, concluimos que de establecerse dentro de los pensum de establecimientos educativos la cátedra de moral y ética, se logrará rescatar lo que desde hace tanto tiempo se ha perdido en nuestro medio: Principios y Valores. Pero estos, jamás pueden anteponerse a la: moral y la ética, puesto que chocarían con la razón de ser, de la actividad o profesión que pretende regularse.
 


Urielos@telmex.net.co
urielos@hotmail.es

 

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