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Responsabilidades ineludibles sobre paz

Luis I. Sandoval M.
28 de octubre de 2014 - 04:29 a. m.

La paz exige acciones convergentes desde tres campos distintos: el gobierno, la insurgencia, la sociedad.

Las dinámicas que se generan desde estos tres campos complementarios expresan lo que es la voluntad nacional de paz. Si no existe una tendencia hacia la paz predominante en los tres campos es muy difícil que se termine el conflicto y comience una época de paz duradera. Gobierno, insurgencia y sociedad tienen responsabilidades ineludibles en materia de paz.

Del gobierno se espera un punto sólido de partida: el reconocimiento del carácter político del conflicto; una convocatoria abierta a las fuerzas políticas y sociales para construir una política pública de paz; el empleo de un lenguaje coherente de todos sus agentes y voceros con el propósito de la paz; un pacto general con los insurgentes que contenga la agenda sustantiva y procedimental para llegar a acuerdos; la orientación de la acción legislativa, los planes de desarrollo y los presupuestos destinados a hacer realidad las condiciones materiales para la paz; la seguridad o garantías para quienes dan el paso a la paz; la puesta en marcha de una amplia acción pedagógica y comunicativa para la paz entre la ciudadanía.

De la insurgencia se espera que todos los grupos entiendan que es la hora de la paz y que ninguno puede sustraerse ni demorarse en entrar a los diálogos de paz; que comprendan que la paz posible es una paz imperfecta pero perfectible; que, junto con el gobierno, no se levanten de la mesa sin llegar a acuerdos definitivos de paz; que produzcan gestos de paz que hagan creíble su voluntad de paz; que se dispongan a convertir el proyecto político armado en proyecto político civil; que la dejación de armas sea real y tangible en alguna de las múltiples formas en que ella es posible; que su generosidad en este instante final del conflicto armado de medio siglo convenza a la sociedad de que merecen volver a ella con dignidad y con un horizonte abierto de futuro.

De la sociedad se espera que mantenga viva la exigencia de salida política del conflicto armado interno; que rodee de apoyo analítico y crítico, con inquebrantable decisión, todos los pasos del proceso; que participe activamente en ellos con propuestas concertadas entre sus diferentes sectores; que contribuya a crear un ambiente favorable a la definición de los términos de la justicia transicional que dé satisfacción a las víctimas y haga posible el paso de los armados a la paz; que no ceje en el empeño del desescalamiento de la confrontación hasta el cese bilateral de hostilidades para que no se prolongue más la victimización; que prepare el terreno para la cristalización de una nueva realidad política incentivando el surgimiento de un movimiento de movilización y opinión ciudadana que asegure una paz estable y duradera con democracia, justicia y dignidad.

De los tres se espera paciencia y persistencia para transitar de la guerra a la paz en regiones, territorios, sectores, actores, vida cotidiana rural y urbana. De los tres que asuman como prioridad no producir más víctimas y satisfacer eficazmente los derechos de las mismas. A los tres corresponde adelantar la reconstrucción de la verdad para alzar la reconciliación.

¿Están aportando cada uno lo que le corresponde? ¿Cuál es el camino recorrido, cuál el faltante para la paz? Este autoexamen es necesario en el actual momento como balance del proceso a fin de introducir auto correctivos en lo necesario. La fortaleza del músculo de la paz es necesaria para ganar el reñido pulso entre guerra y paz que hoy vive Colombia.

lucho_sando@yahoo.es / @luisisandoval

 

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