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Retroceder no era una opción

Ernesto Macías Tovar
13 de junio de 2012 - 12:05 a. m.

El presidente Juan Manuel Santos pasará a la historia como el 'eslabón perdido' de la seguridad, si quien lo suceda en 2014 retoma el rumbo de combatir sin titubeos al terrorismo y a todas las bandas criminales.

Ya el propio gobierno, que aún trata de tapar el sol con el dedo respecto del retroceso en seguridad, comenzó a reconocer la alarmante situación que hoy vive Colombia. Era imposible ocultar el renacer del terrorismo, porque si bien es cierto este gobierno no recibió el país convertido en un paraíso sí lo encontró casi totalmente recuperado y con las mejores tendencias en sus indicadores.

La realidad de hoy es alarmante. Hasta agosto de 2010 eran cosa del pasado los hechos calificados como acciones terroristas, y durante 2011 ocurrieron 169; y solo durante los tres primeros meses del presente año se presentaron 281. Así mismo, el gobierno anterior acabó con las “tomas” guerrilleras a los pueblos pero durante 2011 se presentaron 19, y 31 hasta abril de 2012. También, en 2011 ocurrieron 40 ataques a oleoductos, torres de energía y viaductos, y en 2012 van más de 60.

El gobierno va a cumplir dos años y al irascible presidente Santos se le ha ido el tiempo peleando con quienes advierten en voz alta esta situación, a cambio de concentrar esfuerzos en la lucha contra los verdaderos enemigos de la democracia. Santos ve fantasmas, y a sus críticos los llama “mano negra”, “idiotas útiles”, “tiburones”, entre otros calificativos que le dictan sus asesores a manera de cortinas de humo para tratar de ocultar la realidad. Esa barrera entre la real situación del país y la ficción del gobierno no le permite enfrentar el problema.

Es difícil aceptar que mientras el terrorismo se reactiva cada día con mayor fuerza, Santos siga desaforado por indultar convertir en actores políticos a sus cabecillas, haciéndole el juego a su intención de legitimar esa forma de lucha. Y todo comenzó con el mal habido reconocimiento de “conflicto interno”.
Sumado a lo anterior, el gobierno, embriagado por el poder, no aceptó sugerencias como la del expresidente Uribe, cuando pidió que frente a grupos como las bracrim, por su nivel de organización criminal y peligrosidad, era urgente y necesario introducir herramientas jurídicas equivalentes al DIH para que las Fuerzas Armadas las puedan combatir con la misma contundencia que a la guerrilla. Pero, hasta ahora cayeron en cuenta del grave error y, tardíamente, el gobierno anuncia que apoyaría la posibilidad de un “marco legal” para combatir a las bandas criminales. Es decir, “están pensando” en la posibilidad de atacar en el largo plazo un flagelo actual.
Es inaudito que estando aún en trámite la reforma a la justicia militar y el infortunado “marco para la paz”, en el Congreso se hable de otra ley que “autorice” a la Fuerza Pública para atacar las bandas criminales. Y, peor, que el gobierno apenas lo esté analizando.
El país creyó sin titubeos en Juan Manuel Santos cuando acuñó la frase de campaña: “porque retroceder no es una opción”, pues ahí estaba el mensaje y compromiso para continuar la Seguridad Democrática; pero como reza el título de la canción de Emmanuel: “Todo se derrumbó”.
@emaciastovar

 

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