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'Romeo y Julieta' en ballet

Manuel Drezner
03 de septiembre de 2014 - 03:29 a. m.

El Teatro Santo Domingo presentó al Ballet de Zúrich en una versión de Romeo y Julieta con la música de Prokofiev y coreografía de Christian Spuck, director del conjunto.

 Fue un concepto que poco tenía que ver con el lirismo y pasión de la obra de Shakespeare en que se basa. Comenzando por la escenografía, oscura y con un puente elevado en el fondo, nada evocaba la Verona luminosa. Los vestidos igualmente negros (con excepción del de Julieta) sin que ellos permitieran distinguir a Montescos de Capuletos. Con Romeo y sus dos amigos disfrazados como gamines y fray Lorenzo con traje de civil, además de los misteriosos anteojos del conde de París, el pretendiente de Julieta, y de las coronas de cartón que en un momento se pusieron los bailarines, nada de esto contribuyó a una atmósfera que reflejara la tragedia luminosa del original. De hecho, la escena del balcón, uno de los momentos más sublimes de la historia del arte escénico, que se presta maravillosamente a ser llevado a la danza, fue indiferente y fría, sin que reflejara el amor poético y apasionado de Romeo y de Julieta.

Las escenas de conjunto inicialmente fueron atractivas, y hay que decir que se trata de un excelente cuerpo de ballet, pero el coreógrafo aparentemente no tuvo ideas sobre cómo variarlas, con el resultado de que a la larga dieron la impresión de lo ya visto. Pero la mayor reserva que tengo sobre la presentación está en el hecho de que la historia que se desarrolla no se deriva de lo que se está bailando sobre la escena, con el resultado de que quienes no estén familiarizados con el drama shakesperiano, bien podrían estar confundidos, ya que además el programa de mano no incluyó la usual narración del argumento del ballet. El papel de Mercucio, que tiene parte de trágico y parte de bufo, estuvo bien concebido y su muerte, seguida de la de Tibaldo, fueron momentos que marcaron contraste con la falta de emotividad de lo demás. La nodriza era demasiado joven para serlo pero tuvo oportunidades que supo aprovechar.

En resumidas cuentas, aunque se trata evidentemente de una compañía importante, la obra que presentaron fue demasiado ambiciosa para los resultados que se obtuvieron. Romeo y Julieta ha sido llevado al ballet en otras oportunidades, no sólo con música de Prokofiev sino también de Delius, y varios coreógrafos han hecho el intento, pero el que se comenta hoy no es de los más afortunados. Es lástima porque con una compañía con tan buen conjunto es mucho lo que se habría podido lograr, ya que pocas obras de Shakespeare se prestan tanto para ser mostradas en términos de danza como ésta.

 

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