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'Rufián de esquina'

Ernesto Macías Tovar
30 de octubre de 2012 - 11:00 p. m.

Mientras el presidente Santos se proclama gestor de paz y se hace describir como de buenos y delicados modales, el domingo pasado se mostró irascible e intolerante frente a las tesis serios que expuso del actual gobierno su mentor.

Descompuesto, con tono dictatorial, excitado y en estado de cólera se presentó el Presidente de la República ante la Asamblea de La U. Reclamó la paternidad de ese partido y descargó injuriosos calificativos contra su mentor. En palabras coloquiales: Santos se salió de los chiros.

Extrañamente, lo de Santos fue una respuesta al discurso sesudo de Uribe, elaborado sobre juicios y preocupaciones de país, en un documento académico en el cual nunca se refirió a la persona del Presidente.

Entre otros temas, habló, con hechos y cifras, del deterioro de la seguridad, planteó interrogantes sobre el diálogo con las Farc en medio de graves acciones criminales, reclamó no permitir impunidad ni elegibilidad de los terroristas, censuró el hecho de discutir el tema del narcotráfico con el mayor cartel de las drogas, señaló el crecimiento de las Farc y las Bacrim, reiteró inquietudes frente al proyecto del fuero militar, advirtió el peligro de la invasión del modelo Castro-Chavista a través de “marcha patriótica”, exigió retomar el camino de la inversión social, denunció a un gobierno derrochón, pidió promover el liderazgo de gobernadores y alcaldes, rotuló la aplicación de algunas políticas equivocadas en la administración de Bogotá, alertó sobre el peligroso desempleo juvenil, solicitó un análisis juicioso a la reforma tributaria, esbozó criterios frente a la distribución de regalías, y reclamó del partido de La U no desviarse de las tesis que inspiraron su creación.

Contrario a lo anterior, Santos respondió rabiosamente: “Yo no llego a un pugilato como un rufián de esquina a demostrar quién es el que manda en el barrio. Yo no vengo aquí con resentimiento ni con odios, no vengo con rencores”. Y afirmó: “es una doble moral venir a preparar debajo del poncho una puñalada contra la colectividad”.

No era fácil entender aquellas diatribas del Presidente de la República. Menos cuando él predicaba dizque un mantra para no pelear con su mentor. Y aterrador escuchar lo anterior de los mismos labios de quien repitió muchas veces: “Por el presidente Álvaro Uribe solo tengo sentimientos de gratitud, admiración y respeto”.
Confrontando los términos: gratitud, admiración y respeto, con el calificativo “rufián” no encajan de ninguna manera y en ningún contexto. Dice la Real Academia Española que “rufián” significa, hombre sin honor, despreciable. Y otros textos de la lengua, que se refiere a un hombre despreciable que vive de engaños y estafas: “un rufián que ya ha engañado a varias personas.” Se podría pensar más bien que se trató de una traición del subconsciente.

Hay quienes dicen que el Presidente no tuvo argumentos para responder las tesis de su mentor. Otros aseguran que la embriaguez del poder y sus nuevas compañías lo han llenado de soberbia. Lo cierto es que, al parecer, los “buenos modales” del Jefe de Estado solo eran una máscara de las apariencias y que detrás de aquel hombre bonachón está el verdadero ‘rufián de esquina’.

Twitter: @emaciastovar

 

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