¿Se está durmiendo Juan Valdez?

Hay un cierto tufillo de abandono en los cafés Juan Valdez. A muchos se les nota abandonados, como viviendo de una fama que cada vez más están perdiendo. No se advierte mística en sus empleados —parecen funcionarios. Atienden como por salir del paso sin tener en cuenta el gran compromiso que poseen como representantes de nuestro referente nacional por excelencia.

Por otra parte, la oferta de productos y peor los productos mismos no tienen la creatividad que los hizo famosos. No se ven novedades. Todo pareciera detenido en el tiempo y envejecido con un esquema que ha perdido la frescura que lo posicionó.

Otras propuestas han hecho realzar esta situación. La llegada de Starbucks con un nuevo ímpetu ha calado entre una clientela que nunca será fiel si no se le ofrecen nuevas alternativas, y ya les ha comenzado a hacer mella en las ciudades en que han abierto sus tiendas en una clara competencia, porque no debe olvidarse que en mercadeo, como en otras tantas cosas de la vida, el enemigo nunca duerme.

¿Y será que precisamente eso está pasando? ¿Que los Juan Valdez se quedaron dormidos en sus laureles y en sus aromas?

Mientras que su papá, la Federación Nacional de Cafeteros, está ocupado en otras lides y en las grandes ligas librando batallas por superar las condiciones de esos granos que están en uno de sus mejores momentos, el hijo pródigo está empezando a descarriarse y está adquiriendo las mañas de los entes oficiales, de las empresas estatales, aquellas que por creerse monopolistas se tornan en importaculistas.

Además, ya Café Quindío, por ejemplo, le puso unas coloridas banderillas a Juan Valdez con una alternativa con mucho espíritu paisa —sin contar nuevas opciones de cafés gourmets que están adquiriendo un alto posicionamiento por su innovación sobre todo en el mercado joven— que debe hacer que la Federación se despierte y luche por retomar y afianzar su liderazgo.

Y si no, lo que nos faltaba: Que los ronquidos de Juan Valdez se conviertan en otro monumento más del paquidermismo nacional, en el que hasta la política aportará su grano de... café.