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Secretos bajo las Sotanas

Yohir Akerman
15 de marzo de 2015 - 01:13 p. m.

El problema más grave de la Iglesia frente a la pederastia, no son los sacerdotes pederastas, es la política de ocultar las acciones de los denunciados y simplemente cambiarlos de parroquia para evitar el escándalo. Perverso.

 Y eso fue lo que demostró, con evidencia, el programa “Séptimo día” transmitido el 1 y 8 de marzo. Ver programa 

La respuesta de la Iglesia fue lamentable. Su miopía ante esta situación se hizo evidente en el primer párrafo del comunicado de la Conferencia Episcopal de Colombia que rezó: “La emisión del programa “Séptimo día”, transmitida por el Canal Caracol, presentó a la opinión pública algunos casos de sacerdotes que han sido infieles al don y al compromiso del celibato”. Ver el comunicado completo 
No.
Los sacerdotes que han cometido abusos de menores no han sido infieles al don y al compromiso del celibato, no, han cometido crímenes y se han comportado de manera delictiva, y por ahí debió iniciar ese comunicado.

Tratarlos de cualquier otra manera es reducir la gravedad de sus infracciones y no darle la importancia requerida a las victimas de estos violadores sexuales.
Con esto se demuestra que la Iglesia prefiere proteger su reputación, antes de proteger a los menores que son abusados por este tipo de sacerdotes, y eso es un error, y un pecado para hablar en sus términos, imperdonable.

Es claro que no se puede generalizar. La mayoría de los curas son personas de bien, entregados a su comunidad y preocupados por el bien de sus congregaciones. Su papel, y el rol de la Iglesia Católica es crucial en muchas sociedades. Eso no se puede desconocer. Pero tampoco se pueden desconocer las manzanas podridas.
En febrero de 2014, el Comité de las Naciones Unidas (ONU) para la Protección de los Derechos del Niño presentó un informe sobre este tema, a nivel mundial, en el que criticó al Vaticano por no cumplir con los compromisos internacionales para proteger a los menores.

El panel de la ONU afirmó que el abuso sexual en contra de los niños por parte de algunos sacerdotes se había agravado por la política de la Iglesia de proteger a los abusadores de la justicia ordinaria, lo que, a corto y mediano plazo, permitió, y permite, a esos pederastas seguir acechando a otras victimas. Ver el informe completo: 

Lo que más ataca el reporte es el patrón de encubrimiento por parte de las autoridades eclesiásticas cuando estos lamentables casos suceden, ya que esto lleva a la impunidad de los responsables y a la consecución de nuevos niños abusados.

Según la ONU, la Iglesia tiene un esquema cuando estos casos son evidentes o denunciados, en el que los sacerdotes abusadores son trasladados a otras parroquias, o cambiados de ciudad, y se omite la obligación de notificar a las autoridades de los crímenes con el fin de proteger la reputación de la institución.

La respuesta oficial del Vaticano en ese momento fue evasiva, como lo ha sido la respuesta de la Conferencia Episcopal ante las denuncias hechas en el programa “Secreto bajo las sotanas”.

Lo que evidencia que, en el tema de los abusos sexuales que se han cometido de manera impune por parte de algunos representantes de la Iglesia, en Colombia y el mundo, si esto ha pasado y, más preocupante aún, sigue pasando, es porque la cúpula de la Iglesia, protege a sus representantes y los tratan como víctimas, y no como victimarios. Por tu culpa, por tu culpa, por tu gran culpa.

 

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