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Semilla para un escritor

Enrique Aparicio
16 de agosto de 2015 - 04:31 a. m.

Aclaro de una vez, tuve contacto pocas veces con don Guillermo Cano. Lo conocí durante unas vacaciones que pasé en Bogotá.

Un familiar mío muy querido que trabajaba en El Espectador me dio la oportunidad de comentarle que como estudiante en Francia me gustaría colaborar con el periódico desde París.

Con gran generosidad me dio espacio en alguna nota editorial y para uno que otro artículo, lo que disparó mi semilla de escritor, de ahí mi gran agradecimiento. La verdad es que me sentí no solo muy importante de colaborar con este gran diario, sino que mi imaginación se volvió incontrolable.

Un ejemplo: en ese momento se desató la guerra árabe-israelita. Sin el menor empacho le solicité a Guillermo que me mandara como corresponsal de guerra a cubrir ese doloroso momento. Me imaginé con casco y chaleco antibalas; los titulares del periódico: “Nuestro enviado especial cubrirá estos momentos de gran tensión mundial”.

La sapiencia tuvo prioridad y en forma delicada me mandaron decir que ya había agencias especializadas en el tema informando sobre la situación. La otra cara de la moneda era lo que quizás pensó Guillermo: bogotano chiflis, a nombre de El Espectador, muere de un balazo israelita o árabe en mitad del desierto.

Otro ejemplo: con el alma de corresponsal solicité una cita al padre de existencialismo francés, Jean-Paul Sartre, quien vivía a dos cuadras de mi sitio en el barrio de Montparnasse. Pensé en los titulares de El Espectador: “Nuestro corresponsal estrella en Francia entrevista a este gran filósofo.” Días después de mi solicitud recibí una notica de Sartre hecha a máquina, con palabras amables, seguramente producto de su secretaria, donde me informaba que conocía muy bien a El Espectador pero que en ese momento no podía atenderme. La verdad es que hoy en día agradezco mucho que no me hubiera concedido la entrevista pues de existencialismo no tenía ni idea y me hubiera tocado hablar del tiempo, la lluvia o las putas de Montparnasse, barrio bohemio por excelencia y con cafés maravillosos. .

Leí esta frase en alguna novela: “Hay quienes saben escribir bien y hay quienes nacen escritores”. Yo soy de los segundos. Escribí un libro sobre mi familia y he tenido la osadía de escribir una novela que está en manos de un agente y depende de su decisión si terminará sólo en mi mesa de noche, para leerla por vez 500 durante los momentos de insomnio . Reconozco que la infatigable ayuda de mi compañera me ha permitido parir novelas y escritos. Es más, estoy armando otra novela con un sentimiento de rabia y corazón para lograr despegarme de muchas angustias que me llegaron, que no fueron justas pero me tocó tragarme.

Cuando supe que criminales acabaron con la vida de Guillermo sentí lo que lo hoy en día puedo poner en palabras: Colombia hubiera sido otra si muchos de sus prohombres en las noticias, en las letras, en las leyes, en la política y en otros campos, con intereses por encima de lo personal, siguieran vivos. Puntos de referencia, faros en contra de la corrupción y la inseguridad. No es que los males se acaben per se, pero seres probos, hombres y mujeres, que la ciudadanía necesita para creer en un futuro mejor, seguro le hubieran dado una mejor dirección a este gran barco que es Colombia. Lo paradójico es que las mismas organizaciones de criminales, que cuentan con madres, esposas, hijos y nietos y también deben estar interesados en tener un mundo seguro para su entorno familiar, han asesinado parte del futuro del país.

Hice en un You Tube un muy modesto homenaje a los prohombres –mujeres y hombres- quienes, caídos por el crimen, emprendieron un nuevo viaje más allá del Cabo Finisterre, donde finaliza el camino de los peregrinos de Santiago de Compostela. En la antigüedad se decía que la Tierra se acababa allí. Quienes terminaron su vida en manos de criminales fueron peregrinos que aportaron lo mejor que tenían y finalmente emprendieron el Camino a lugares donde seguramente pertenecen.

La generosidad de Fidel me permitió volver a El Espectador. Y así, aun con enormes cargas de trabajo y responsabilidades durante la semana, para mí escribir la nota del domingo y añadir un video? es sagrado. Es una forma de compartir experiencias que aporten al eventual lector algo nuevo, algo diferente de este mundo lleno de sorpresas.

You tube https://www.youtube.com/watch?v=yEwghnQeFdI

Que tenga un domingo amable y seguimos adelante.

 

Enrique Aparicio Smith - agosto de 2015

 

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