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Sin disculpas

Iván Mejía Álvarez
08 de junio de 2014 - 02:00 a. m.

Llegó la hora de la verdad. Se acabaron los agentes distractores, las polémicas estériles, llegó el momento en que los jugadores y el cuerpo técnico tienen que pasar al escenario y presentar su examen.

Los factores externos que pudieran dar al traste con el rendimiento de la selección ya son cosas del pasado. Jamás un equipo colombiano ha tenido tantas posibilidades de hacer bien su papel y jamás se le ha dado tanto gusto a un cuerpo técnico como al que dirige José Pékerman.

La Federación le ha entregado todo, absolutamente todo, lo que ha pedido el técnico argentino y ha respetado una a una todas sus condiciones y solicitudes. Desde que llegó hasta hoy, el presidente de Colfútbol le ha cumplido en todos y cada uno de los petitorios, inclusive aislando el equipo del país futbolero, afición y medios, peleándose con algunos patrocinadores y hasta dejando de ganar dinero para darle gusto. Así lo quiso Pékerman, así se cumplió.

Los patrocinadores también han colaborado con una dimensión real del producto que auspician y no embarcaron al país en una fatigante campaña nacionalista, triunfalista y enceguecedora que solo lleva al recuerdo de todo lo malo que se hizo en mundiales anteriores. Primaron el sentido común y la exaltación del amor que existe entre la selección y el país, atrás quedaron el “número uno”, “vamos a ganar”. Madurez que le llaman.

El “entorno” del cual siempre habló Francisco Maturana como factor primordial para que juntos, espíritu del país y selección, vuelen hacia el éxito, está ahí presente. Esta vez no hubo las agrias polémicas por la exclusión de fulanito o la convocatoria de zutanito. Como es fútbol, todo se discute, pero en general fue todo tranquilo y no existe el triunfalismo, aunque tampoco hay margen para la destrucción y el acabose de otros seleccionados.

Ahora el problema es de ellos, de los 23 convocados, y de Pékerman y su equipo. Quedó atrás la lesión de Falcao y de Valencia, puntales en ataque y defensa, y al técnico y a los jugadores les toca apañarse con lo que hay. Ya no sirven las disculpas y el “nos faltó”.

Se puede ganar y se puede perder, el grupo está abierto, no se tiene ventaja pero tampoco se es inferior. Sin embargo, algo tiene que quedar claro y todos los estamentos deben recordarlo hasta el final: esto es tan solo una competición deportiva y no merece un solo muerto, ni de alegría ni de frustración.

 

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