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Síntomas de una enfermedad anunciada

Camilo Sánchez Ortega
30 de agosto de 2012 - 11:00 p. m.

No hay duda, nuestra economía tiene los síntomas de la enfermedad holandesa, pero el Ministro de Hacienda y la mayoría de los miembros del Emisor no lo quieren aceptar.

Grave panorama, pues las autoridades económicas no están buscando alternativas para la problemática actual y la que se nos avecina.

Nuestras exportaciones en el 2001 fueron de US$12.329 millones, de los cuales U$5.481 tuvieron origen en exportaciones tradicionales, representando el 44% del total; entre tanto, las no tradicionales, representaban un 56%, quedando claro que no dependíamos de las exportaciones tradicionales, como petróleo, carbón y minerales.

Diez años después (2011), las exportaciones alcanzaron los U$56.953 millones, de las cuales las tradicionales fueron U$39.785 millones (más del 70% del total). El valor del petróleo y del carbón generaron U$36.500 millones, mientras el café solo U$2.608 millones. Las cifras del sector no tradicional indican que se quedaron en U$17.177 millones (menos del 30% del total). Se evidencia el debilitamiento del agro frente al sector minero-energético, y el crecimiento de la dependencia de nuestra economía sobre este último sector, que para el 2012 no pinta bien, ya que han caído los precios y por ende buena parte de nuestros ingresos fiscales. Situación que hace necesaria la reforma estructural tributaria para corregir tales distorsiones, puesto que tenemos gastos permanentes con ingresos transitorios.
Como se observa Colombia tiene una concentración superior del 70% de las exportaciones en cabeza del sector minero-energético, lo que acrecienta la vulnerabilidad de los demás sectores productivos. El boom exportador minero, que tan sólo genera cerca de 200.000 empleos directos, está provocando ingresos masivos de divisas por sus volúmenes exportados, impulsando con esto la revaluación que afecta necesariamente las exportaciones no tradicionales y el resto de la economía, haciéndolos perder competitividad y dinamismo. Por el crecimiento de las importaciones de manera masiva, principalmente de bienes de consumo que anteriormente producíamos, estamos remplazando empleo nacional por internacional, que muy difícilmente podremos recuperar.

El Emisor al no ejecutar políticas de intervención agresivas para lograr una tasa de cambio competitiva, ha hecho que en lo corrido del año los sectores no tradicionales pierdan más de cien mil puestos de trabajo formales, es decir, la mitad del total del empleo que genera el sector minero-energético.

Es necesario analizar las cifras que prenden alarmas, como las exportaciones e importaciones del sector agropecuario. Hoy no somos auto-sostenibles y a mediano plazo podremos tener riesgos de seguridad alimentaria. De las exportaciones, enero-abril 2012, $2.163 millones de dólares son del sector agropecuario, de los cuales $694 representan el Café; para este mismo periodo en el 2011 el agro aportó $2.504 millones de dólares, de los cuales el Café representó $1.109, lográndose esto por la vía precio, puesto que la producción se estancó.
Celebro que los doctores Cano y Echavarría, miembros de la Junta del Banco Central, analizaran los efectos negativos sobre el sector agropecuario y la des-industralización que se avecina, porque visualizaron el impacto de la enfermedad holandesa.

Si subió el desempleo, la inflación prevista del año pasado no se cumplió, la revaluación de Colombia es de las más fuertes del mundo, si cada día dependemos primordialmente del sector minero-energético, y nuestro sector agropecuario está estancado sin repuntar la industria, Señores no lo duden padecemos la enfermedad holandesa y está claro que las políticas que nos vienen aplicando NO funcionan. Llegó el momento de cambiar. 

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