Sobre la muerte al tirano

Catalina Uribe Rincón
13 de julio de 2017 - 02:00 a. m.

La columna de Abelardo de la Espriella sobre la muerte a Maduro suscita varias reflexiones. Empecemos diciendo lo obvio: la discusión sobre el tiranicidio ha gastado mares de tinta desde mucho antes de Aristóteles y seguirá siendo asunto de discusión en el futuro. La legitimidad y conveniencia de la muerte al tirano es simplemente uno de esos asuntos humanos que nunca se agota. Seguimos leyendo a Aristóteles, Agustín, Aquino, Locke, Montaigne, Maquiavelo porque se enfrentaron a problemas semejantes a los nuestros. Y no sólo la filosofía se despeluca por lo mismo. Entre los religiosos el asunto es igual, con la dificultad, claro, que añade la revelación.

Así pues, uno de los problemas de la columna no fue en sí abordar el tiranicidio. El error fue hacerlo sin rigidez teórica, sin contexto, y quebrando sin más la línea que divide la reflexión y la práctica. Digo sin rigidez teórica por detalles como no hacer la distinción básica entre muerte y asesinato. Por algo nuestros soldados, cuando disparan bajo la autoridad de la ley, no asesinan sino matan, y se dice muerte en defensa propia y no asesinato en defensa propia. Lo interesante es que con sus imprecisiones teóricas, De la Espriella abrió un debate sugestivo sobre el rol de la filosofía en la política. ¿Debe moverse la filosofía de la reflexión a la práctica?

Quizá no. El trabajo de la filosofía es precisamente cuestionar una y otra vez todos los presupuestos que nos mantienen unidos como sociedad. La filosofía revuelca permanentemente nuestras creencias y rara vez saca conclusiones incondicionales. Los mismos filósofos llegan a posiciones paradójicas como la de Tomás de Aquino quien concluye que sí es legítimo matar a un tirano, pero que es mejor no hacerlo por la inestabilidad que genera. Por esas ironías de la vida, Maquiavelo, que parte muy lejos de Dios, llega a lo mismo.

Ahora bien, decir que la filosofía y la teología no son aptas para todo público es elitista. O acaso, ¿qué estamos diciendo cuando aseguramos que sí podemos discutir sobre la muerte al tirano, pero muy en privado y con todas las credenciales? Claro, discutir sobre la muerte al tirano y exhortar al tiranicidio no son la misma cosa. Menos aun cuando se trata de un tirano que anda vivo y coleando en una realidad política increíblemente compleja.

 

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