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‘Spaisa’

Cartas de los lectores
29 de septiembre de 2014 - 03:00 a. m.

Soy antioqueño. Inspirado por mi padre, de niño me arrulló el Dueto de Antaño. “Siquiera se murieron los abuelos” y Robledo Ortiz inspiraron mis declamaciones colegiales. Con mi familia llegamos a Bogotá a trabajar.

Soy capaz de distinguir, por lo tanto, entre el antioqueño y el “paisa”. El antioqueño ayudó a construir la Colombia cafetera, minera, manufacturera y financiera de los siglos XIX y XX. Antioqueño fue Pepe Sierra, quien invirtió impulsando el ímpetu económico de Bogotá. Antioqueño fue mi tío Carlos Congote, quien trajo a Colombia las marcas Oldsmobile, Cadillac, Opel y Frigidaire. Antioqueños han sido los inspiradores del bien llamado Sindicato. Antioqueños los creadores del Éxito. Antioqueños los Cano, estandartes del periodismo liberal.

Paisas fueron los contrabandistas. Por sus rutas Pablo Escobar sacó la coca desde Medellín. Los paisas han sido sólo avivatos. Soberbios. Aquellos para los cuales el logro del dinero y del poder político no tiene límites. Los paisas se inspiraron en su religión para someter, engañar, amenazar, violentar y odiar a nombre de Dios. Paisas son los promotores y constructores del edificio Space. Fue un paisa el ingeniero que les diseñó un modelo financiero para construir centenares de apartamentos al mínimo costo y venderlos al máximo precio. Implosionaron en Medellín la avivatada, la degradación, el engaño, la amenaza, la violencia y el odio de los paisas. Quedaron vueltas polvo. Desde el martes a las 9 de la mañana se respiran nuevos aires en Medellín. Y también en Colombia. Los nuevos aires de la vieja Antioquia grande, pueblo de hombres libres, una raza que odiaba las cadenas y en las noches de silex, ahorcaba los silencios y las penas de las cuerdas de un tiple.

Bernardo Congote. Bogotá.

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