Sustento pedagógico vs. aplicación real

Por Yesid José Logreira Petro*

La educación en Colombia está en un proceso de transformación tanto en los currículos como en las prácticas pedagógicas de los docentes.

El desarrollo de las competencias Interpretativas, argumentativas y propositivas es tarea permanente del docente, si de verdad queremos lograr avances en lo que respecta al desarrollo real del pensamiento y por ende a una construcción significativa del conocimiento.

Bajo esta perspectiva, viene presentándose en la práctica pedagógica una desarticulación entre el saber, el hacer del estudiante, el desarrollo de competencias y la evaluación del docente de sus resultados, al no poder corresponder la comprensión del trabajo intelectual realizado por el estudiante por los desempeños mostrados en el quehacer pedagógico. Todo indica que la problemática no se halla en sus contenidos, sino en la forma como nos apropiamos de ellos y como se los brindamos.

Los docentes poco nos preocupamos por renovar las estrategias de clase y creemos que la retórica, las lecturas y las charlas venidas de temáticas largas y poco atractivas, bastan para nuestros estudiantes. Lo que conseguimos con esto es fomentar la memorización y que el estudiante cumpla obligado y no porque le pareció interesante o le agradó. De esta manera empleará poco juicio critico y será un individuo repetitivo, nada creativo, y ni asomo del constructor que nos ufanamos tener.

Cuando al estudiante se le entrega una breve lectura y se le pide que no sólo la exponga, sino que a la vez la argumente y elabore un juicio crítico sobre su contenido, cuando fomentamos la lectura analítica, cuando es él quien redacta y valoramos sus creaciones, estaremos a nuestro modo de ver en la dirección correcta.

Considero que deberíamos aplicar las competencias desde la misma selección del material a desarrollar, contenidos básicos, no cantidad sino calidad; mantengamos el manejo de la historia por procesos y no en detalles irrelevantes carentes de trascendencia, fomentemos la investigación creando estímulos entre otros, como la publicación de sus ensayos en portales de internet, en periódicos digitales estudiantiles, en foros intercolegiales, y por qué no hasta en los periódicos locales y nacionales, debido a que éstos dan el espacio para que sus lectores publiquen sus ensayos y demás investigaciones.

Si digo que como docente aplico el sustento pedagógico de la institución, pero en las evaluaciones escritas que les realizo a mis estudiantes elaboro preguntas de falso y verdadero, de completar la oración, de mera descripción superficial de un suceso..., etc., ¿estaremos siendo coherentes con lo acordado?

La valoración que le demos al error, la que en el pasado utilizábamos para castigar - sancionar con la nota, ahora será un elemento que nos permitirá replantear nuestra didáctica; será como el oportuno indicador de que es el momento de utilizar las múltiples alternativas y recursos que el proceso enseñanza-aprendizaje nos brinda, que conocemos y que actualmente distinguen al docente creativo, innovador o mejor aún al educador felizmente comprometido con su noble pero gratificante misión.

Es hora de hacer un alto en el camino, de replantear esa filosofía educativa que en algunas instituciones sigue siendo tradicional y en otras muy hermosa y llamativa en el papel, pero que en la práctica requiere ser más real y significativa.

Renovemos con coherencia y responsabilidad, todos sintonizados, con una meta en común. Sólo así formaremos personas intelectualmente capaces de afrontar retos, de asumirlos con principios éticos y con gran sensibilidad social y que se conviertan en los verdaderos constructores de una sociedad que, hoy más que nunca, los espera.

* Lic. Ciencias Sociales y Económicas, Universidad del Atlántico. Posgrado en Informática y Telemática, Universidad del Área Andina de Bogotá. Docente, IED San José, Barranquilla.