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También para los padres

Catalina Ruiz-Navarro
13 de agosto de 2015 - 03:55 a. m.

La representante a la cámara por el Centro Democrático Tatiana Cabello busca ampliar la licencia de maternidad hasta 18 semanas, e incluso 24 si las madres presentan certificados del pediatra que muestren que está asistiendo a los controles, y busca ampliar la licencia de paternidad de ocho a 15 días.

El proyecto ha sido criticado porque, con licencias “tan largas”, van a discriminar a las mujeres en edad reproductiva en sus trabajos, pues los empleadores ya se quejan de que “pierdan” tanto “tiempo del trabajo” en sus hijos y si además habrá seis meses en los que “no van a estar trabajando” eso va a salir “carísimo”, y ni hablar de “las pobres” EPS que tendrían que pagar estas licencias.

Esta crítica es machista pero tiene un punto: si con la licencia de tres meses discriminan a las mujeres en sus trabajos, ¿cómo será con seis? Por otro lado, al estilo de un reloj dañado que le atina a la hora dos veces al día, Roy Barreras tiene razón: no basta con la licencia, necesitamos guarderías y salas de lactancia en los trabajos para que mujeres no tengan que escoger entre la crianza y la profesión. Otro problema del bienintencionado proyecto es que asume que solo las mujeres biológicas pueden ser mamás (¿que de las mujeres trans?), que lo clave es la lactancia (¿qué de las mujeres que no están lactando por alguna razón o porque simplemente no les dio la gana?) y que solo se amplía la licencia a seis meses si un médico (autoridad) confirma que la mujer ha sido una “buena madre”. Por otro lado, busca duplicar la licencia de paternidad a 15 días, lo cual no es suficiente para que un padre se adapte a algo tan grande y cambiavidas como tener un hijo.

Seis meses es un periodo razonable para adaptarse a la llegada de un recién nacido, y no es “caro”; más costoso ha sido no invertir en el bienestar y salud (física y mental) de las familias colombianas. También es más caro tener un trabajador que asiste en cuerpo a la oficina pero deja su mente y corazón en la casa. Pero, sobre todo, es necesario entender que tener hijos no es un capricho de las mujeres y que la crianza y cuidado de los colombianos no es solo trabajo de nosotras; es responsabilidad de todos: del Estado, de los empresarios, de la sociedad, de las familias, de los padres. No podemos seguir diciendo que una de las actividades humanas más exigentes, como es labor reproductiva, no es “un trabajo de verdad”. Son las mujeres las que nos están haciendo un favor poniendo sus cuerpos, su tiempo, su trabajo, sus vidas, para que la especie humana exista. Tenemos que entender que esa decisión, idealmente personal y autónoma, de ser mamá, nos beneficia a todos. Ampliar las licencias no es hacerles un favor a las mujeres, es una retribución que debe dar el Estado a las trabajadoras que juiciosamente han hecho sus pagos en el sistema de salud, retribución que debería ser extensiva a los hombres

Hoy, a las mamás se las tacha de “falta de compromiso” con sus profesiones, mientras los padres se dan el lujo de “dedicarse” a la oficina pues tienen a alguna mujer (esposa, madre, hermana, tía, prima, empleada doméstica) que se ocupa de sus obligaciones de crianza. Cuando un hombre asume las responsabilidades de sus hijos se dice que “está ayudando” como si estas tareas fueran opcionales, y este tipo de ideas se reafirma cuando les decimos a los hombres que con 15 días de licencia basta y sobra. Para que este proyecto haga efectivas sus buenas intenciones, tiene que ser igual de ambicioso con las licencias de paternidad y con los apoyos laborales a los y a las trabajadoras que acaban de convertirse en padres o madres. Si no hay una descentralización de género en la economía de cuidados no habrá licencia que resuelva la desigualdad laboral que enfrentan las madres colombianas.

 

@Catalinapordios

 

 

 

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