¿Tiene Tesla la llave del futuro?

Mauricio Botero Caicedo
25 de febrero de 2017 - 04:34 a. m.

Que el futuro del transporte –vehicular, aéreo y marítimo– es eléctrico, no se presta a mayor debate. El carro, el avión y el barco eléctricos ya están inventados y lo que se discute es cómo suministrar y almacenar la electricidad. Lo que no está del todo claro es cuál de las dos tecnologías va a prevalecer: baterías convencionales que a su vez se recargan en la red o ‘celdas de hidrógeno’, dispositivos que permiten convertir el hidrógeno en electricidad mediante un sencillo proceso químico; y que serán recargadas en estaciones muy parecidas a las actuales gasolineras. Inclinados por las ‘celdas de hidrógeno’ no solo están buena parte de los grandes distribuidores de combustibles del mundo como Shell, sino gigantes automotrices como Toyota. Para las grandes empresas de combustibles, la preferencia por el hidrógeno es obvia ya que –mediante importantes modificaciones– pueden mantener la misma red de estaciones. Por el contrario, si la electricidad se toma directamente de red o ‘grilla’, recargar un carro se hace en cualquier parte, desde un parqueadero hasta en la vivienda. En este último caso, los generadores y distribuidores de electricidad y los fabricantes de baterías son los que van a mandar la parada, y las grandes petroleras tendrán que cambiar de negocio.

Las ‘celdas de hidrógeno’ tienen sobre la electricidad tomada de la ‘grilla’ dos enormes ventajas: la autonomía de los vehículos es alta y el tiempo de recarga es mínimo, no más de algunos minutos. La desventaja es que el hidrógeno, al ser altamente explosivo, requiere en su manipulación importantes precauciones. En el otro lado de la moneda, a favor de los vehículos que toman la electricidad directamente de red, aparte de otros fabricantes de vehículos, está Tesla y Elon Musk, quien considera que los vehículos de hidrógeno son una insensatez, porque el rescatar el hidrógeno del agua, por citar un ejemplo, y separarlo para que a su vez se convierta nuevamente en electricidad requiere enormes cantidades de energía eléctrica.

El lastre hoy en día de las baterías es su costo, peso, tamaño, tiempo de recarga y limitada autonomía. Pero el costo de las baterías, medido en dólares por kWh ha disminuido drásticamente. De estar en cerca de 600 dólares ha bajado a 190 dólares, y Musk pronostica que en sus nuevas factorías en Nevada y California va a producir baterías a 125 dólares el kWh. Los expertos estiman que la masificación de los vehículos eléctricos se va a dar cuando el paquete promedio de baterías para un carro eléctrico cueste como máximo 5.500 dólares. Es decir, 100 dólares el kWh. Si los sueños de Musk se cumplen, el tomar la electricidad directamente de la ‘grilla’ será una mejor opción que utilizar energía eléctrica para producir hidrógeno, que a su vez se convierte nuevamente en electricidad.

Las grandes urbes van en breve a prohibir los motores de combustión interna. Tanto Ámsterdam como París ya han anunciado que antes del 2025 no podrán circular automóviles de gasolina o diésel. Holanda piensa prohibir para el 2030 todo vehículo que utilice recursos fósiles como gasolina. En Colombia las autoridades parecieran ignorar la revolución eléctrica en el transporte que se está gestando. Con excepción de un puñado de cupos con menor arancel e IVA, y una que otra ventaja en el ‘pico y placa’, las autoridades poca cuenta se dan de la inminente transformación del sector. Cuando lo hagan, puede ser muy tarde.

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