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Tiki taka recargado

Antonio Casale
23 de noviembre de 2015 - 02:00 a. m.

A los puristas del tiki taka del Barça de Guardiola les ha costado enamorarse de la versión de Luis Enrique, que es mejor.

La era Guardiola dejó, más allá de los incontables títulos, una impronta inolvidable para los amantes del fútbol basado en la posesión del balón para después ganar la posición en el campo, siempre en bloque. Las interminables tocatas de Xavi, Iniesta, Busquets y Messi divertían a muchos y nos aburrían a unos pocos.

Los primeros sucesores de Guardiola trataron de mantener sin éxito un estilo que sucumbía ante la realidad de un fútbol cada vez más veloz. Tampoco supieron gestionar un vestuario que parecía sin hambre después de haberlo ganado todo.

Es ahí donde comienza el mérito de Luis Enrique, que supo devolverle las ganas de triunfar a la base de jugadores, mantuvo los conceptos básicos de Guardiola y se atrevió a modernizar el tiki taka.

Él sabía que no era fácil, pero tampoco tan difícil como lo que consiguió en 1996, cuando siendo jugador se metió en el corazón de los exigentes hinchas culé a pesar de venir del Madrid, donde se había hecho odiar por varios años. Tal vez por eso no dudó en imponer un estilo parecido a su manera de jugar. Era atrevido, vertical, miraba siempre al frente.

Esa valentía le trajo muchos enemigos en su inicio como entrenador del Barcelona. Su equipo al comienzo no cuajaba y el paladar culé, todavía con el recuerdo de Guardiola fresco, parecía imposible de seducir.

Este Barcelona, más vertical, más arriesgado, más veloz que el anterior, ya lo ganó todo en la temporada pasada, pero no terminaba de enamorar a sus seguidores. Es un equipo al que le llegan más que al de Pep, no tiene los mismos porcentajes de posesión de balón que el de Guardiola y muchos de sus goles definitivos son consecuencia de una contra letal de Neymar, Suárez o Messi, lo que podría suponer que es una versión más dependiente de sus individualidades que del colectivo.

Pero no es así. El Barcelona de Luis Enrique ya no tiene tanto tiempo la pelota, pero cuando la tiene es letal. El cerebro sigue siendo Iniesta y su socio silencioso Busquets. Messi sigue siendo el extraterrestre, pero al lado ahora cuenta con dos cohetes, Suárez y Neymar.

Tal vez con la merecida paliza que le propinaron el pasado sábado a la versión más decadente del “traqueto” Real Madrid, que en nada se parece a los valores históricos de su institución, los puristas del tiki taka se hayan metido por fin en el corazón a Luis Enrique y su versión evolucionada del Barcelona. A mí, confieso, me encanta.

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