Todos pierden

Con la terminación de la mediación del Presidente Hugo Chávez para acercar a las Farc y al gobierno del Presidente Álvaro Uribe en la búsqueda de un acuerdo por razones humanitarias, queda claro que en este proceso, que desde un principio pintaba mal, todos salen perdiendo.

Pierde el Presidente Chávez, porque queda la sensación de que utilizó un escenario que debía centrarse en lo humanitario, para aumentar su ambiguo protagonismo internacional y oxigenarse políticamente, de cara al proceso de aprobación de una reforma constitucional que busca institucionalizar el llamado socialismo del siglo XXI, una apuesta de ingeniería social y política que prende las alarmas sobre el advenimiento de un cesarismo constitucional. En desarrollo de su mandato no respetó las mínimas normas de prudencia y cortesía que deben caracterizar este tipo de proceso.

Pierden las Farc, porque demuestran una vez más que su pretendida intención humanitaria está subordinada a su estrategia militar y política, algo de lo cual está al tanto el estamento militar del Estado colombiano, actor que finalmente desencadena el rompimiento de la mediación, porque el General Montoya, no le hubiera dado trascendencia al hecho de la llamada de Chávez, sino existiera un telón de fondo y una serie de acontecimientos que incomoda al cuerpo de generales. Pierden las Farc también porque, a pesar del oxígeno político y de la visibilidad internacional que de manera innecesaria les permitió el gobierno, ven menguada una vez más su credibilidad como un actor con el cual pueden plantease negociaciones serias.

Pierde el gobierno del Presidente Uribe, porque se apresuró a facilitar un escenario que se le salió de las manos, con la idea de salir al paso de las presiones sobre su intransigencia respecto del acuerdo por razones humanitarias y, seguramente, también para poner en la mesa un tema distinto al de la parapolítica. Una vez más se demuestra que en muchos temas, el gobierno no tiene una estrategia distinta de la improvisación al calor de los acontecimientos y del temperamento del Presidente, lo que refuerza la percepción sobre que el proceso de toma de decisiones en el gobierno, al mejor estilo paisa, se rige por la máxima de en el camino se arreglan las cargas.

Pierden los secuestrados y sus familiares porque la ilusión vuelve a apagarse, y hoy más que nunca se puede advertir que mientras esté el Presidente Uribe en el poder, difícilmente se podrá llegar aun acuerdo con las Farc, porque la dimensión humanitaria del problema se ha diluido ante consideraciones estratégicas que ya se han convertido en cuestiones de honor para cada una de las partes.

La mediación de Chávez fue una jugada en falso desde un principio, aún con el acompañamiento del Presidente Sarkozy quien, a decir verdad, ha jugado un papel bastante ambiguo, enviando el mensaje de que la única secuestrada que le interesa es Ingrid Betancur. La pregunta es, si el gobierno considera que existen unos inamovibles ¿para qué permite un escenario tan volátil como el que se dio, a sabiendas de que su posición no iba a cambiar?

Hoy Granda y otros guerrilleros están por fuera, alias Iván Márquez se tomó la foto soñada con el Presidente de Venezuela, las Farc llenas de razones sobre que el gobierno no mantuvo su palabra, Francia sentida con el desenlace final, Chávez reclamando una interlocución que no le correspondía, los secuestrados y sus familiares ven como su esperanza se diluye en los juegos estratégicos de unos y otros, la poca confianza que pudo generarse, malograda, todo esto a cambio de nada.

Para avanzar, hay que recuperar la dimensión humanitaria del problema, un desafío que no sólo incumbe al gobierno o a las Farc, sino a toda la sociedad en su conjunto. De la movilización en favor de los secuestrados hoy no queda sino el rumor callejero, y de la improvisación y de la indolencia no queda sino el cansancio.

jicuervo@cable.net.co