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Tola y Maruja

Tola y Maruja
29 de noviembre de 2015 - 02:00 a. m.

 

Distinguidas peatonas,

Soy un cachaco chirriadísimo y me toca sufrir la inmovilidad de Bogotá, ¡carachas! Ustedes que son unas guarichas tan informadas, ala, cuenten lo del tal Uber, caray, que no entiendo. ¿Es cierto que si uno tiene un pichirilo negro puede hacer carreras? ¿En mi coche fúnebre puedo llevar pasajeros vivos al aeropuerto? ¿Uber es hijo de Uldarico?

 

Atentamente,

Filipichín Cachifo

 

Querido pisco,

Por su letra vemos que le facinan las mayúsculas. La verdá verdá es que nosotras dos nunca hemos montao en eso. Tola y yo conocimos un tasi por dentro gracias a que mi nieto Chayán Darío trabaja en un lavadero de carros.

Parece que los Uber son tasis de lujo, pero es que pa nosotras montar en uno amarillo ya sería un lujo. Dicen que cuando un pobre monta en tasi es porque acaba de asaltar un banco o reventó fuente.

 

Ananías, el marido de Tola, una vez borracho cogió tasi y el chofer le dijo que le iba a dar el paseo millonario. Entonces Ananías le pidió el favor que pasaran por la casa pa él recoger la pantaloneta y una muda de ropa.

 

Cuentan que Uber es más caché: el chofer está bañado, no tiene el radio en Candela y le brinda al pasajero agua sin burundanga. Y el paseo millonario es en Anapoima.

 

Hablando de burundanga, supimos el cacho que le pasó al vice Vargas Lleras: quizque paró un tasi en la zona rosa y el chofer le dio a güeler algo y desde entonces el pobre Germán perdió la voluntá y hace lo que Uldarico mande.

 

Personas de modito aseguran que viajar con tasistas bogotanos es pura drenalina: todos rápidos y furiosos. El que no tiene alterao el tasímetro tiene alterao el genio.

 

Pero se comenta que no todos los tasistas son fregaos, no señor... Quizque los hay honraos, limpios y educaos, y que algunos le conversan al pasajero cosas de cultura general con fondo de música orquestada.

 

En fin, querido rolo, nosotras no somos las más indicadas pa hablar de Uber y Uldarico. A Tola y mi persona pregúntenos de Trasmileño, que en eso sí somos más espertas que Peñalosa.

 

Trasmileño es mucho más drenalino que los tasis: colaos que arriesgan la vida, cosquilleros, vendedores de incienso, músicos con arpa llanera, masajistas espontáneos... Hay roce social. En cambio en el tasi uno no tiene a quién conocer, sacando al chofer, que es preferible no conocer.

 

Coger tasi en las calles de Bogotá da cutupeto y se recomienda usar un doble, como en cine. Cuando un familiar se cansa de esperar en el teléfono que le busquen un “móvil” y resuelve salir a pararlo, uno lo despide como quien despide a Mambrú.

 

Fortunadamente Peñalosa ya dijo que va esperar que el dólar baje a $1.000 pesos pa comenzar la hechura del metro. Petro lo quiere suterráneo pa que los colaos tengan que escavar, y Peña lo quiere elevao, pa que les toque volar.

 

En resumidas cuentas, querido lanudo, a los tasistas bogotanos los tenemos que cuidar y mimar porque son nuestra única barrera pa detener el avance del Estado Islámico.

 

Tus tías que te quieren,

Tola y Maruja

 

Posdata: Nos llegó este trino de @Ladyronic: -Si tus amigos se tiran por un puente, ¿tú también? -Claro que no, ¡alguien tiene que grabarlo para subirlo a Youtube!

 

Payola: No nos ha llegao el libro Breve historia de este p... mundo, de Daniel Samper Pizano, que debe ser buenísimo, como todo lo suyo.

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