Traiga su bandera

Oscar Guardiola-Rivera
02 de noviembre de 2016 - 03:10 a. m.

Dado que la monarquía es ante todo un drama cuyo objeto es entretener y dirigir la mirada de aquellos que, según Bagehot, “son infantiles aún y requieren este tipo de juegos”, ¿qué papel desempeñará Santos en su visita estatal a las Islas Británicas?

Los Santos fueron recibidos en la noche del lunes por el vizconde Hood, Lord-in-Waiting. El martes, tras un saludo mañanero del Príncipe de Gales, la pareja presidencial se trasladó a Horse Guards para encontrarse con la Reina. Mientras escribo, una procesión en el carruaje real, con pompa y circunstancia (insertar aquí una pieza musical de Elgar) les lleva por The Mall hasta Buckingham. Allí les espera un almuerzo privado y una visita a las pinturas de la colección privada.

¿Y qué papel desempeñan los colombianos de a pie en esta trama, una parte considerable de los cuales está en Londres exiliada por la pobreza y la guerra? Hace unos días los “#ColombianosEnReinoUnido” recibieron un tuit de la Embajada: “Acompáñennos en la histórica visita de Estado el martes 1° de noviembre a las 11 a. m. en The Mall en #Londres. #TraigaSuBandera”. A las 11:22, la calle Pall Mall luce algo vacía. No hay muchos portadores de banderitas. Por lo que se ve, quizás no muchos colombianos en Londres tienen Twitter o no revisan sus cuentas. Es más probable que muchos de ellos, quizás la mayoría que se ocupa de limpiar oficinas en el centro de la ciudad, estén despiertos desde las cuatro de la mañana para comenzar su largo día y sólo podrán completar sus dos o más trabajos hasta bien entrada la noche. Es la realidad, esa entrometida que interrumpe el espectáculo.

La primera pareja pasará la tarde en Westminster Abbey para hacer una ofrenda floral ante la estatua del soldado desconocido. ¿Protestarán los del No, pues siendo desconocido el soldado quizás la ofrenda incluya también a las Farc? El nobel presidente discurseará luego en la Cámara de los Comunes, en la cena palaciega, y ante los inversores británicos durante un desayuno, que son los que en verdad importan.

Al final de su visita, en un evento con cupo limitado, sin niños ni acceso a discapacitados, se enco ntrará con la comunidad colombiana. Esta deberá desplazarse desde Oval y Seven Sisters hasta el centro de Londres para obtener audiencia de sus gobernantes.

Por si no queda claro el papel que nos corresponde a los colombianos de a pie, cito de nuevo al muy británico Bagehot: “Infantiles aún, requieren este tipo de juegos”. Y luego se preguntan por qué no votan en los plebiscitos.

El punto de la farsa y la tragicomedia es crear cercanía y distancia: el pueblo se esfuerza, ríe y toma distancia de su situación para sobrellevarla. Pero esta no basta cuando retornan la realidad y la tragedia. Las castas aristocráticas se ríen del pueblo. Y le invitan a portar banderitas para saludar su paso.

 

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