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Triunfo del amor

Catalina Ruiz-Navarro
21 de mayo de 2015 - 04:00 a. m.

UN NUEVO INTENTO DE MINIMIZAR los derechos de los ciudadanos llega de parte de un pastor homofóbico que está tratando de tumbar las curules de las congresistas Angélica Lozano y Claudia López, alegando, con un argumento deliciosamente absurdo, que no pueden ejercer su cargo porque son novias, y la prueba es una foto de la revista Jet Set.

Empecemos por decir que no es ningún secreto que las congresistas son pareja; Colombia tiene la rareza latinoamericana de tener a varias funcionarias públicas fuera del clóset, (funcionarias mujeres, valga el énfasis), así que usar revistas de farándula para probar que son novias es una inmensa tontería. Lo que tendría que probar el demandante es que están casadas, o que tienen una unión marital de hecho; y pues, eso no puede probarlo, ¡porque no la tienen! Tanto es así que una buena parte de su relación fue amor de lejos, cuando López hacía su doctorado en Estados Unidos. Ahora, más loco todavía es que los noviazgos informales se vuelvan así de vinculantes, qué miedo, ¿mejor amigos con derechos?

La Procuraduría, por su parte, ha dicho que no pueden perder su investidura (obvio) pero aprovecha el caso para negar la existencia de la unión marital de hecho, para la cual en Colombia hay extensa legislatura desde el 2007. Dice que las inhabilidades solo aplican para matrimonios o uniones maritales heterosexuales. Es decir, si lo del pastor Velásquez es loco, el que la Procuraduría de plano niegue sentencias constitucionales, niegue la unión marital de hecho para parejas del mismo sexo, es cosa como de manicomio. Por otro lado, Pretelt, o mejor, Jorge, para darle el respeto que se merece, tiene enfilada en la Corte una demanda que pide anular los matrimonios entre parejas del mismo sexo alegando que el Congreso debe legislar (ya tuvo su oportunidad y no quiso) y por eso el matrimonio igualitario en Colombia está en una especie de limbo. Otra razón más para defender la investidura de López y Lozano, y una oportunidad para pedirle a Jorge que aprenda a diferenciar lo privado de lo público, que se salga de las alcobas de los y las colombianas y que saque esas manos cochinas de debajo de la mesa.

A todas estas ¿por qué estamos hablando de la vida privada de estas congresistas? Que sean homosexuales, que sean pareja, es algo que pertenece al ámbito de su vida privada. Es tan irrelevante como sus gustos musicales. Pero como es costumbre, la opinión pública y los medios se meten en la vida privada de las mujeres públicas como si eso fuera relevante para el desempeño de sus cargos. En cambio, cuando los funcionarios hombres les pegan a sus parejas (y los agresores son muchos) eso se asume como “parte de su vida privada”, a pesar de que la violencia contra las mujeres sea un asunto de salud pública. Así que en vez esas discutir esas curules, e investigar esas denuncias por violencia, los medios hacen extensas entrevistas al marido de Martha Lucía Ramírez, al peluquero de Clara López y entre todos hicieron renunciar a Vivianne Morales de la Fiscalía, ella que sí estaba casada, asumiendo que su esposo tenía incidencia en sus decisiones laborales, cosa que jamás se asume de las esposas de los servidores públicos. Esa sí que fue una lástima porque Morales estaba mejor de fiscal que de senadora. En todo caso, como Morales es mujer, la revista Semana dijo que era “una dama de hierro doblegada” y tituló “Triunfó el amor”.

Lo chévere es que esta vez el amor sí tiene todas las de ganar pues las congresistas López y Lozano pueden hacer con su vida privada lo que se les dé la gana. Incluso enamorarse. Y ser felices en sus propios términos es la mejor y más poderosa revolución.

@Catalinapordios

 

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