“Un camino como el de Venezuela”

Hernán González Rodríguez
15 de septiembre de 2017 - 10:40 p. m.

Los defensores de la farsa de la paz del presidente Santos la defienden argumentando las siguientes hazañas de las Farc: firmaron los acuerdos, se concentraron en 26 zonas veredales, entregaron todas sus armas y sus propiedades y se aprestan ahora para participar en la política, a reparar a sus víctimas, a aceptar una justicia fundada en su verdad, se integrarán a la sociedad y nos garantizarán la no repetición de sus crímenes de lesa humanidad. Hazañas todas incompletas.  Ojalá no estemos cerrando un ciclo de violencia armada con narcotráfico para iniciar otro caracterizado por la impunidad, el narcotráfico y un socialismo violento como en Venezuela.

Como bien afirmó en un artículo el destacado comentarista Plinio Apuleyo Mendoza, “hay razones de sobra para temer que el ego triunfalista del presidente Santos nos esté llevando fatalmente por un camino como el de Venezuela… Solo un psiquiatra puede mostrar cómo los extravíos de un ego encandilado por un afán de alta figuración llevaron a Juan Manuel Santos, una vez elegido, a darles la espalda al expresidente Uribe y a su política de seguridad democrática, que tan buenos resultado estaba dando”.

Y tiene razón Apuleyo Mendoza, porque el azaroso partido político de las Farc gobernará nada menos que 167 municipios del país, contará con 20 poderosas emisoras de radio en FM y participará en un canal de televisión.  Estará dicho partido financiado, además, con los $40.000 millones de pesos que le entregará el Gobierno, más los cuantiosos ingresos que por narcotráfico y minería ilegal le aportarán sus “estratégicas disidencias”, con las cuales amenazarán el país si no les cumplimos sus asfixiantes exigencias económicas.   

Pero tanto o más grave que lo anterior considero el estado de caos sin antecedentes en el cual se celebrarán las próximas elecciones. “Como nunca antes” estamos registrado hoy una convergencia de problemas con repercusiones insospechadas sobre los electores, a saber:  la alarmante crisis de los partidos políticos, el desempleo entre los jóvenes, la inseguridad creciente, la corrupción de las Altas Cortes de la Justicia, una economía anquilosada y con déficits por doquiera, la tributación confiscatoria, las promesas incumplidas de una salud de calidad y generalizada…

Esta conjunción de fracasos ya afecta ni más ni menos que al 30% de los colombianos que tienen sus necesidades vitales básicas insatisfechas, generando así un caldo de cultivo perfecto para el populismo de las Farc.

Colombia está lista para atomizar o dilapidar sus votos entre no pocos de los 30 aspirantes a la presidencia que están recogiendo firmas.  Está lista para escoger entre ellos, para la segunda vuelta electoral, a los dos más tenebrosos o incompetentes. Sí; entre tantos “presidenciables” podríamos elegir con pocos votos a los peores.

Colombia está lista para otra caudalosa compra de votos. En fin, lista para elegir un presidente tipo Hugo Chávez o Gustavo Petro. No sería de extrañar que, como consecuencia de la paz de Santos, resultáramos cambiándoles a las Farc sus armas por la Presidencia de Colombia.  

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